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Los 8 años

He leído con más o menos calma los 100 puntos programáticos en que se han puesto de acuerdo el Partido Popular y Ciudadanos para gobernarnos a todos los castellanos y leoneses. Es una buena declaración de intenciones que podría firmar cualquiera de los partidos que ocupan los escaños de las Cortes regionales. Lo importante ahora es aplicar la prioridad en cada uno de ellos para los próximos presupuestos de la Junta, porque a quién no le importa que las listas de espera se reduzcan, que la enseñanza sea de mejor calidad, o que nuestros pueblos encuentren una respuesta en sus peticiones, además de la transparencia y la ‘limpieza’ por parte de nuestros políticos. De ahí que la aplicación de los mismos y el empeño en solucionarlos sea ahora para un gobierno bipartito la principal decisión.

Hay muchos aspectos también en los que cabe el debate, como en el caso de los 8 años de gobierno en las administraciones. Dice lo siguiente el texto: “Es voluntad de los firmantes de este acuerdo extender, con carácter general, la limitación de mandatos de 8 años a los Alcaldes de municipios de más de 20.000 habitantes y Presidentes de Diputaciones Provinciales de Castilla y León en los que se suscriban acuerdos de gobernabilidad conjunta entre ambos. Cuando así se determine, para los que ya fueran Alcaldes y Presidentes desde hace cuatro o más años, el cómputo del plazo de ocho años comenzará desde la firma de los acuerdos de gobernabilidad PP-C’s suscritos hace cuatro años”. Algo difuso pero evidente en la intención, y sin consecuencias para la formación naranja.

Cabe la discusión cuando te enfrentas a un candidato que ha demostrado que es un gran alcalde, que se está dedicando por entero a sus vecinos, y que los ciudadanos han apostado por el en unas elecciones en una lista que encabezaba durante varias legislaturas. ¿Por qué tiene que irse entonces? No he encontrado argumentos en este caso. Los electores no son tontos y castigan en la inmensa mayoría de los casos a los ineficaces. Y tampoco entienden en ocasiones que los pactos lleven a que partidos en minoría acaben gobernando. Es la nueva política de los acuerdos tras el final del bipartidismo, pero ¿es la mejor política? O volveremos de nuevo a los dos grandes partidos como ocurre en otros países.

Asumo que en el caso de los presidentes de las Diputaciones, que es elección indirecta, y que dependen mucho de un aparato que los elige, cabe que no estén los mejores –y quizá podrían haber añadido en el documento que estos, ni el resto de miembros de las instituciones provinciales no podrán ser elegidos en las listas de la capital- porque en muchas ocasiones son precisamente los cargos de las formaciones políticas los que ocupen estos puestos y puede pasar que no sean precisamente los más indicados para estos puestos.

Italia lo ha hecho: Menos es más

No es tarea fácil, pero si lo han hecho los italianos, con su asomo de corrupción, por qué no puede asumirlo España. Son otros modelos, pero no son diferentes las circunstancias. Nuestras provincias son más grandes que las suyas, y las funciones diferentes, y aunque no conozco de cerca la gestión administrativa del país transalpino creo que las autonomías pintan menos que aquí, pero han hecho el gesto, y se ahorrarán, dicen, 40 millones de euros al año, al pasar de las 86 provincias actuales a 51 dentro de un año, tras las nuevas elecciones que se celebrarán en noviembre de 2013 y que traerán nuevas juntas provinciales, menos políticos y diferentes funciones.

Es un paso. En España los políticos no han hecho ni un solo guiño para que los ciudadanos puedan pensar que están dispuestos también a reducir el número de cargos. Y de ahí que ahora mismo estén cuestionados por el pueblo que les vota, y que se miren con lupa todas las actuaciones, y que ya no se pase ni un solo atisbo de corrupción. En Italia, su Gobierno con este cambio ha dicho que con menos podemos hacer más. Creará además ciudades metropolitanas, sobre las que girarán territorios, serán diez: Roma, Turín, Milán, Venecia, Génova, Bolonia, Nápoles y Reggio Calabria.

Monti no lo ha tenido fácil en su empeño, ha luchado contra la resistencia feroz de las oligarquías políticas locales, se ha visto obligado a hacer excepciones, pero al final parece que lo va a conseguir. Piensa el Gobierno que en algunos casos ha sido numeroso el despilfarro y en otros demasiados funcionarios. Así que de aquí a un año cambiará la geografía provincial italiana, algo que solo podía hacer un gobierno de técnicos. En España muchos ciudadanos se plantean que la administración provincial y la autonómica en muchos casos está duplicada y que la primera sobra. Tenemos cuatro administraciones: local, provincial, regional y nacional. No parece el mejor ejemplo de eficacia.

En Italia ha habido provincias que han argumentado razones históricas y socio culturales para continuar existiendo. Otras han esgrimido puros motivos geográficos, por encontrarse en macizos montañosos o de comunicaciones difíciles. Hay que tener en cuenta que algunas provincias en Italia son muy pequeñas en extensión y en población, por eso han fijado el criterio de que desaparecen aquellas con menos de 350.000 habitantes con un criterio de población, o inferior a 2.500 kilómetros cuadrados con el criterio de extensión. Han pactado por ejemplo que la provincia eliminada acepte que la capital se mantenga en la provincia más grande, pero a cambio obtiene la jefatura de policía u otros menesteres.

Ahí no se queda Monti, piensa que las actuales 20 regiones son demasiadas. Y también los 8.000 municipios. Pero a este ejecutivo tecnócrata no le va a dar tiempo. Tiene elecciones en primavera, y solo podrá dejar esbozado un proyecto en busca de una mayor y mejor eficacia para el ciudadano. ¿Y en España? No se preocupen los políticos, todavía tienen sus puestos asegurados.

Columna publicada en DB el 5.XI.2012

Nuevo rumbo en la Diputación

Visto que la supresión de las Diputaciones no entra en el Plan de Economía Sostenible del Gobierno de Zapatero o en el gran acuerdo entre sindicatos, patronal y Ejecutivo central firmado recientemente (aunque quizá fuera una de las decisiones que podría implicar realmente ahorro público, asumiendo las Comunidades Autónomas sus competencias antes delegadas). Visto también que el Partido Popular no tiene intención por ahora de eliminar estas administraciones provinciales, porque para ellos suponen en muchas provincias reductos de poder –igual que para el resto de partidos que sustentan su control-,  y que los socialistas en esta región abogan por comarcalizaciones que luego no realizan en los lugares que gobiernan; creo que puede ser el momento, ahora que deja el timón el Gran Capitán de la Diputación burgalesa, después ya de numerosas singladuras, con un balance más positivo que negativo, que aborden ya desde el Palacio Provincial un cambio de personas de unos años que han sido sobre todo marcados como presidencialistas.

Tiempo habrá de hacer balance de la gestión de Orden Vigara, pero como ya escribiera en este mismo espacio a principios de diciembre del año pasado, les pediría a los nuevos diputados provinciales que a buen seguro se están muñiendo estas semanas en los principales partidos que hubieran demostrado antes en sus respectivas localidades o en elecciones previas su capacidad de liderazgo, sus ganas de trabajar, su innovación. Entiendo que si las Diputaciones van a pervivir -si por más de uno fuera, desaparecerían- al menos habría que darles un aire nuevo en unos tiempos diferentes y complejos.

Y no es Vigara precisamente el político que más tiempo lleva en la Diputación Provincial, algunos de sus compañeros de partido, de diferentes comarcas, llevan ya más legislaturas con el cargo a cuestas. Y hablar de renovación, no es señalar edades, porque también es importante la veteranía sumada a la juventud de espíritu, pero si son signos y gestos que se valoran entre los ciudadanos.  Y eso que todavía no está lo suficientemente agradecida por la ciudadanía la labor de cientos y cientos de alcaldes en los municipios de la provincia burgalesa. En la mayoría de los casos dedicando gran parte de su tiempo de ocio a su pueblo, y en otros incluso algo de su propio pecunio, sin ningún beneficio.

No es momento tampoco de dar nombres.  Las quinielas pueden alterar las capacidades, y no escoger a los mejores. Aunque conociendo al posible partido ganador, mucho influirá la dirección de este partido en la provincia, para elegir los nombres que ocuparán los sillones del edificio remozado del Paseo del Espolón. Ojalá frente a la fotografía actual del equipo de gobierno en el pleno surgiera una mucho más remozada y esperanzadora. Y a los que han trabajado hasta ahora y abandonen el barco, que se les agradezca con un buen homenaje los servicios prestados, porque en muchos casos será merecido.