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Gamonal necesita un acuerdo

No estaría mal que en medio de tanta crispación política que existe en Madrid –siempre Madrid como si no constaran más ciudades en esta piel de toro- , en otras capitales españolas se pudiera dar ejemplo de lo que significa el acuerdo, el pacto, la concordia para problemas reales en situaciones complejas.

Desde hace unas semanas se habla y se escribe en Burgos sobre el barrio de Gamonal. Lo que fuera pueblo y al que se le van poniendo parches poco a poco, lentamente. Hay problemas de aparcamiento, pues ocupemos provisionalmente un espacio deciden, por poner un ejemplo de todos conocido. ¿Tenemos un Silo para toda la vida? ¿Mejorar el centro de salud? Una utopía. ¿Y el viejo pueblo? Otra. Recuerdo cuando fui invitado a dar el pregón en sus fiestas en la Casa de Cultura. Las reclamaciones eran casi las mismas que ahora.  Gamonal se lo apropian cada cuatro años, pero no es patrimonio de ningún partido político, donde por cierto han ganado formaciones de signos contrarios, sino de sus propios ciudadanos. Y tienen derechos, y deberes, aunque algunas veces los olvidan los habitantes. A sus vecinos probablemente no les suene mal un convenio entre todos los grupos que forman el Ayuntamiento para mejorar muchas de esas promesas frustradas. En Gamonal han surgido ideas novedosas, proyectos ciudadanos. Hay colegios e institutos con tradición. Hay también solidaridad.

Arquitectos e ingenieros han escrito en este periódico sobre el barrio. Asociaciones también han opinado. Pero ha existido una consulta pública a la que han respondido muy pocos vecinos, hastiados quizá por preguntas sin respuestas, por esperas demasiado largas a necesidades importantes. Ahora parece que los concejales del PP, en la oposición, han ofrecido una negociación al equipo de gobierno, de socialistas y naranjas, para trabajar conjuntamente en algunos asuntos concretos de Gamonal.  ¿Firmarían todos sellar la paz, o sería todo para una foto que luego no serviría para nada, o se estarían poniendo zancadillas debajo de la mesa?

Una trama que se realza en esta precampaña electoral  madrileña, donde los candidatos prometen lo que sus partidos niegan. Donde los comunistas han dejado de ser comunistas, y los fascistas fascistas. Y donde pretenden remediar las pandemias a gritos. Con gurús que plantean la añagaza de cada día, convertida en ‘fake news’ o en una trampa, al margen de las necesidades reales.

Un político honrado debería buscar una rentabilidad social más que política, por un puñado de votos que les pierden, ahora, todavía lejos de unas elecciones municipales, serviría el momento.  Además, Burgos sería noticia en positivo en Gamonal.

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‘Pueblo viejo’ o ‘viejo pueblo’ de Gamonal

He tenido ocasión estos últimos días de callejear por el viejo pueblo de Gamonal. Pareciera que está sumido en el olvido de nuestros responsables municipales desde hace algunos años, tras alguna iniciativa perdida de rehabilitación de edificios e incluso un promotor optimista con la construcción en algún solar. El Covid ha acabado cerrando bares y comercios, quizá para siempre. Recuerdo que hace más de diez años tuve ocasión de dar el pregón de este populoso barrio gamonalero, y una de las reclamaciones de entonces fue la rehabilitación total de esta zona abandonada de los dioses y de los humanos. La que fuera una de las principales arterias de la capital burgalesa, lo que veían nuestros visitantes procedentes del norte, pareciera que al crearse las circunvalaciones el futuro de este histórico pueblo fuera la dejadez y la desidia.

Ahí, testigo de este espacio que ha ido degenerando poco a poco, se matiene enfrente la iglesia de la Real y Antigua de Gamonal, y la churrería que sobrevive tras un aparatoso incendio, por la colaboración de los vecinos. Un entorno en el que hubo vida, como obligado paso del Camino de Santiago, donde se representaba hasta hace muy poco la batalla contra las tropas napoleónicas, y donde todavía con mercados medievales se pretende mantener su espíritu.

Pero resulta increíble –igual está pasando con la Concepción, que avanza a tumbos- que nadie de los que ejerce el burgalesismo desde el sillón del Ayuntamiento haya emprendido una solución más o menos definitiva. Burgos, más abajo, ha sufrido cambios notables, desde las orillas de los ríos a los grandes edificios majestuosos, culturales o sanitarios. O zonas verdes rediseñadas, campos de fútbol o viejas plazas reconvertidas en coliseum de baloncesto. Parece que los vecinos están orgullosos de pasear por esta ciudad.

Cuando uno viaja a través del tiempo por internet se encuentra con propuestas para reurbanizar este espacio, con solares ruinosos y que en algunos momentos planteó comprar el propio Ayuntamiento, en un espacio de más de 10.000 metros cuadrados. En su momento se pretendió preservar los rasgos del viejo Gamonal antes de que perteneciera a Burgos.  Pero nunca culminó en nada, argumentando en otras ocasiones que siendo paso del Camino de Santiago estuviera protegido. Si viniera el mismo apóstol y lo viera se sorprendería de este desamparo. Recuerdo de niño cómo nos gustaba ir al ‘Pueblo de Asturias’ en Gijón para contemplar los viejos hórreos y las paneras, donde nos recuerdan nuestra memoria, entre un culín de sidra y chorizo. En algo hay que transformar este viejo pueblo o pueblo viejo, según lo observemos.

Hay que ponerse de acuerdo entre todos los que tienen que decidir en esta situación, desde los urbanistas, a propietarios o inversores, vecinos y comerciantes. Desconozco si en ese bipartito que nos va a gobernar entre el PSOE y Ciudadanos figura algún futuro para este lugar, pero antes que la noria del Arlanzón, acuérdense por favor de este territorio que cada vez parece más comanche.

Por dónde empezamos … o acabamos

Entiendo que la obra pública es necesaria. Crea empleo, aporta mejoras a la ciudad, la hace competitiva con otras del entorno a la hora de atraer visitantes, y sobre todo genera expectativas. Con la paralización de lo que iba a ser el aparcamiento de la calle Vitoria y el cuestionamiento del futuro pabellón Arena como espacio multiusos, dos de las obras más emblemáticas del final de legislatura del Partido Popular, parece que al menos estas dos hasta las próximas elecciones van a desaparecer de los papeles. Evidentemente, hay temas básicos que la sociedad demanda, como son la educación y la sanidad pública sobre la que se basa el estado de bienestar pero en este campo poco se puede aportar desde los municipios.

¿Se han quedado obsoletos los programas electorales o cabe repescar algunas de sus propuestas? En el socialista quedaba clara la construcción de ese pabellón polivalente multiusos, le dedicaban su espacio. Aparecen también puentes sobre el río Arlanzón en diversos lugares de la capital lejanos del centro como es el caso de la Milanera. O ¿qué hacemos con el antiguo Hospital General Yagüe? Nos gastamos -los contribuyentes lo pagamos- unos cuantos millones de euros en una dotación sociocultural como también proponía el PSOE o la crisis ha puesto un tope en el capítulo de inversión presupuestaria.

¿Y las áreas de rehabilitación integral tan solicitadas por los vecinos? Menos mal que los de San Cristóbal de momento siguen adelante pese a la lentitud administrativa. Regreso a la idea de la pasada semana, si el concejal de este barrio hubiera sido elegido por los vecinos y no en una lista cerrada probablemente ya estaría arreglado. Por otra parte, ¿compramos autobuses o los seguimos utilizando el renting?

Y cuántos aparcamientos deberían hacerse en los barrios. Menos mal que a algunos ex alcaldes les entró esta fiebre, sino no tendríamos el de la Plaza Mayor -¿se hubiera hecho ahora? – o el de la Plaza de Vega, o el de Virgen del Manzano, que también contó con oposición vecinal. Pero era un hecho que beneficiaba a la ciudad. Los programas de todos los partidos están llenos de lugares donde serían necesarios, y quién le pone el cascabel al gato.

¿Completamos ya el carril bici y cerramos definitivamente el cinturón verde? Como en la estación la aportación es europea, más eficacia para nuestros ediles y empezarla ya. ¿Y el Monasterio de San Juan? ¿qué opina la oposición? ¿Y con los mercados que con la nueva ley ya dejan de ser competencia municipal? Cumplimos la norma y los abandonamos, o potenciamos el de la Plaza de España para mantener puestos de trabajo y generar negocio.

Saben, acabo de tirar los programas electorales que conservaba a la basura, todavía están en internet por si algún día me viene la tentación de comprobar la incongruencia y la incompetencia. Parece que toca ser más posibilista que pragmático, pero ello no implica una ciudad paralizada ni tampoco dejar de gobernar, con mano izquierda, pero con el poder que te legitiman las urnas en un estado democrático. Ni somos un estado asambleario -al menos de momento no lo hemos elegido- ni dictatorial.

Caballeros de Gamonal

Hace ahora dos años que tuve la dicha de ser pregonero de Gamonal; si el Barcelona es más que un club, sin duda Gamonal es más que un barrio, y no solo por ser el más populosos de los existentes en la capital burgalesa, o por haber sido antes pueblo que ciudad, o contarse en su tiempo como un enclave principal en el Camino de Santiago, además de haber existido la Cofradía de los Caballeros de Gamonal, con la que casualmente compartí espada con aquel nombramiento y a la que todavía sentimentalmente me siento unido. Gamonal no es tampoco el lugar donde viven personas que aprecio, o donde se encuentran locales y servicios necesarios –qué haría yo sin Alejandro e Irene en Sanypie- o tampoco la sede de mi trabajo durante algunos años. Gamonal es algo más, es la casa donde viven miles de ciudadanos, o el lugar de trabajo de otros tantos, o los centros donde estudian centenares de chavales, y como tal merece ser conservada y mejorada, porque es cierto que había sido muy olvidada a lo largo de unos cuantos años.
Ya hace dos años, en el pregón, recordé dotaciones que se habían creado, como el nuevo Conservatorio que también acoge la Escuela Profesional de Danza, y reclamé el urgente ARI para Juan XXIII, el centro cívico de Coprasa, o la intervención en Lavaderos, felizmente terminada.
Ahora, el Ayuntamiento, creo que de una forma valiente, se encuentra enfrascado en el proyecto de la calle Vitoria –es uno de los tres prioritarios para el alcalde Lacalle, además del pabellón Arena y la culminación de todo el bulevar sobre las antiguas vías del ferrocarril- y observando los tres proyectos que han pasado el corte en las páginas de este periódico, en todos ellos se buscan soluciones fundamentales: al tráfico y al aparcamiento, a las pocas zonas verdes, y a la facilidad para los peatones. La intervención en Gamonal en medio de la crisis tendrá también sus detractores, pero ha estado tanto tiempo olvidada, que merece la pena el riesgo incluso de equivocarse, si el jurado que decidirá y los redactores del plan tienen la suficiente capacidad profesional como para elegir, eso sí a su juicio, la respuesta principal. Ocurre también que los gobiernos del PP municipales suelen ser bastante sensibles con la respuesta popular y pese a tener este objetivo en el programa electoral, si hay confrontación podrían eludir sacarlo adelante. Sin embargo, no parece que el alcalde actual ceda en lo que se han convertido sus tres prioridades personales y del Ayuntamiento que gestiona, por lo que la decisión que tomen los próximos días podría ser la clave de esta legislatura, y con la que se presente ante unas elecciones todavía lejanas.
En cuanto al Pabellón Arena –el avance en el bulevar parece incuestionable-, que parece levantar ampollas, ya he manifestado en estas líneas el apoyo a este equipamiento. Pero deberán estudiar muy mucho no solo el uso deportivo de esta instalación, sino también el cultural o de ocio, la utilización de los bajos, los aparcamientos, etc. Y no olvidemos que en pocos meses se abrirá el Fórum Burgos Evoluciona, y la carga de gasto del mantenimiento de los edificios municipales, si no es compartida por otros agentes, podría ser terrible para sus arcas.

(columna publicada en DB el lunes 30 de enero)