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Los bloques bloquean

Los partidos políticos crean bloques: bloquean, y cuando la sociedad necesita estar más unida que nunca, buscar lo que une, más que lo que separa, no son principalmente los mejores aliados, pero desgraciadamente son los que mandan y hay que contar con ellos, para lo mejor y para lo peor.

Los partidos políticos -algunas de las personas que los forman- parece que son los únicos capacitados para mentir sin que su falsedad tenga apenas consecuencias. Para los ciudadanos en ocasiones suponen juicios sumarísimos y la pena del banquillo, aunque salgan inocentes. Son sus miembros los que pueden insultar impunemente, y desgraciadamente simulan buscar el interés público, cuando lo que les mueve es el interés personal.

Ha tenido que ocurrir una situación de pandemia, con casi 50.000 fallecidos -directamente por el Covid19 o indirectamente- para que afloren los intereses de algunos de nuestros gobernantes. Generalizar es de idiotas, dicen, pero hay suficientes ejemplos para demostrar que en esta nueva Liga ni hay juego de equipo ni están los mejores sobre el campo.

Es cierto que cuando tienes que formar un grupo más que la capacitación se puede optar por la confianza y lamentablemente por la subordinación. Solo así se entienden algunas situaciones de personas que continúan sobre el césped, cuando probablemente en otras circunstancias lo hubieran abandonado antes, aparentando alguna lesión, cansancio o incluso una tarjeta roja similar a una insumisión.

Por ejemplo, ¿se han enterado los ciudadanos en que consiste la ‘nueva realidad’? Es clave atender a aquellos con mayor necesidad, y es normal que ninguna de las coaliciones votará en contra en la Cámara Baja, pero qué se está haciendo para el medio o largo plazo, porque solo con las ayudas es difícil sacar un país adelante. Y no solo a nivel estatal, también autonómico, provincial o local. Sería bueno probablemente un debate sobre el estado de la nación, de la región o de la ciudad, porque sabemos a dónde vamos en cualquiera de nuestros ámbitos de actuación. En ese debate emergerían de nuevo la mentira, las acusaciones, los exabruptos… pero obligaría a pensar a sus participantes, a comprometerse y quizá a proponer ideas conjuntas, y no esa comisión de reconstrucción que a nadie convence, y para poco sirve salvo el ‘y tu más’.

No es fácil, pero para eso han sido elegidos en cualquiera de las urnas donde los españoles han votado. Ahí se tiene que ver la capacidad de un alcalde o un presidente, no en las redes sociales, sino en su idoneidad para responder a cualquier crítica que surja de la oposición. Y estos junto a la crítica deberían presentar sus alternativas talentosas y eficientes. Faltan años para unas nuevas elecciones -salvo en Galicia y el País Vasco-, pero muchas personas piden conocer de verdad y con datos reales cuáles son los pasos que quieren dar tanto los gobernantes como sus contrarios.

No lea los programas

Si usted es un habitual lector de este periódico no se preocupe por perder ni un minuto en leer los programas electorales de aquellos partidos que parece que pueden alcanzar representación; llevan repitiendo la misma cantinela unas cuantas legislaturas. Y más si casi coinciden elecciones generales y autonómicas, y si a esto sumas las locales y las europeas –las grandes perdedoras, y de las que nadie hablará- miel sobre hojuelas. Un trabajo que tiene ahorrado, porque volverán a reivindicar el Madrid directo, la autovía a Cantabria, la de La Rioja, el maldito AVE, proyectos para hacer en el solar del antiguo hospital, algún aparcamiento en algún lugar nuevo de Gamonal y que el casco histórico sea Patrimonio de la Humanidad.

Solo recuerdo propuestas innovadoras de aquellos que concurrían por vez primera, o estaban ya de vuelta, como el caso de  la eliminación de la ORA en la capital burgalesa, o la construcción de un parque de atracciones en El Castillo. Y ya si hablamos de esta región en la que nos ha tocado vivir, sumen declaraciones sobre la despoblación de esta España vacía, que cada vez es más extensa, en esta Castilla.

Al final, lo que distingue a las formaciones políticas son aquellos temas de calado en los que cada votante puede tener una idea diferente. Se acaba de ver en el enfoque que sobre el Día Internacional de la Mujer han tenido. Desde lo que han llamado el feminismo liberal al feminismo socialista, a aquellos que dicen que no es necesario el feminismo.

Para mí el 8 de marzo siempre será el cumpleaños de mi madre, que tuvo que criar cuatro hijos, que ejerció de maestra en pueblos y en la ciudad, a la que nadie le dio nada y luchó por aquello que quiso con dignidad, y que nos dejó no hace mucho tiempo, años después de haberse ido también su marido, mi padre. Para mí eso es el feminismo.

Pero también concurren otros temas como la libertad, en temas polémicos sobre la educación o la vida, que son interpretados de diferente manera. La capacidad de los padres para elegir la educación que quieren para sus hijos se puede otorgar de forma diversa. Igual que el derecho a una muerte digna que se convierte prácticamente sinónimo de eutanasia. ¿Es digno dejar morir a una persona porque la sociedad le ha dejado sola, sin esperanza? O cuál es la España que queremos los propios españoles. Figura la solidaridad entre los primeros valores, o una buena cuenta bancaria.

Saben lo que puede generar más optimismo. Que los líderes principales de estos partidos son jóvenes, aunque quizá con demasiados años militando y dedicados casi con exclusividad a la política, pero tienen tiempo para equivocarse y corregirse. Tienen ocasiones para cambiar.  Y pueden escuchar todavía a millones de personas que no están de acuerdo con lo que ven.