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El Ministerio de la Soledad

El Instituto Nacional de Estadística cuantifica en 4,7 millones los hogares unipersonales que hay en España, de ellos, dos millones son de personas mayores de 65 años; existen también 850.000 que superan los 80 años –a los que toca vacunarse ahora, sí- y muchos presentan problemas de movilidad.

En Gran Bretaña son nueve millones de individuos los que viven solos. Allí llegaron a crear, bajo el mandado de Theresa May, una Secretaría de Estado dedicada a la Soledad, ahora incluida en otro departamento; pero en Japón ha sido recientemente, hace apenas unos días, cuando han anunciado la formación de un Ministerio, acuciados por los problemas de aislamiento social que ha traído la pandemia, en un país donde el suicidio causa un mayor número de muertes que el coronavirus. Recientemente en Burgos, al arzobispo Iceta le escuché que la soledad era una auténtica epidemia,  y no le falta razón.

Y además, no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. Hace unos meses en esta Página Par aludía a las asociaciones que se iban creando para aliviar tanta soledad, hacer visible tanta invisibilidad, acompañar aunque solo sea un día a la semana. Los obispos también recordaron  en 2020 en un documento: «Una de cada tres personas dicen sentirse solas en nuestro mundo occidental. En una sociedad de la información y los meta datos, pueden darse situaciones particularmente dolorosas: hombres o mujeres que mueren solos en sus casas y tardamos semanas en descubrirlo. Y el número de personas que sufren la soledad no deja de crecer».

Vivir solo puede ser también una elección, pero a medida que pasa el tiempo, que los años pesan, se asume que  también es un problema. Sentirse solo puede acabar en una depresión, y las enfermedades mentales, aunque no generen aparentemente problemas físicos, son muy duras, no solo para el que las padece sino para sus acompañantes.

Nuestra sociedad está dando un giro a un modelo más individualista, lo que no está claro es que esas circunstancias nos mejoren, algunos expertos lo califican como un problema de salud pública. Frente a ello habría que fomentar la participación, la convivencia, la vida social… Que las familias como protectoras de sus miembros tengan una especial salvaguarda.

No sé si a ustedes de las miles de imágenes que se han generado durante todos estos meses les ha quedado alguna grabada, probablemente sí. No dejaré de recordar aquellas que tienen que ver con padres e hijos, con abuelos y nietos, incluso un anuncio donde dos vecinos abren las puertas de su casa para compartir una cena. Ver a través del cristal al yayo o la yaya se quedará grabado probablemente en la vida de esos pequeñajos, y fácilmente –vamos a sacar una lectura positiva- no les dejarán solos cuando llegue el momento de la enfermedad  o la separación.

 

 

Viendo la tele

Como ante la televisión, casi nunca lo hago, pero la semana pasada ha sido un poco complicada, ya saben, obras en casa, líos en el trabajo. Veo La 1, cadena que por cierto me parece que no está tan politizada como aseguran algunos portavoces populares. Escucho que Corcuera, el exministro que se presentó por Burgos por su origen en Pradoluengo, y que no volvió a pisar las calles de esta tierra, se enfrentó con un policía local en Sevilla en plena Feria de Abril diciéndole que no sabía quién era él. Al de la patada en la puerta no le vas a pedir que guarde las formas. Pero él es un simple ciudadano como yo, debe respetar la autoridad y por eso le han juzgado. Recuerdo que al poco de llegar a Burgos también un respetable concejal en un pequeño incidente en la calle me dijo que no sabía quién era él. Le olvidé.
En otra noticia escucho a González Pons (la televisión pública peca de mucha política, pero casi lo prefiero a un encadenamiento de un suceso tras otro) afirmar que Rajoy cuando gobierne tendrá que escuchar a todos los grupos políticos. Evidente. Pons sigue en sus trece con la porción de soberbia que aleja a posibles votantes, y sobre todo con ninguna humildad que es la que merecen todos los ciudadanos antes de unas elecciones para afirmar quién será el próximo presidente del Gobierno. Pocos dudan que este país merece un cambio radical, pero eso no exime a algunos responsables populares a bajar al suelo y sentirse como muchos de los españoles lo hacen, sumidos en la crisis, en un ERE, en una bajada de sueldo, pendientes los autónomos de pagos de las administraciones…
Llega la noticia de salud y es el Día del Corazón. Sacan a un tipo que acaba de sufrir un infarto, a otro que dice que la solución es comer poco y andar mucho y a un médico que confirma que la obesidad lleva a la hipertensión y la diabetes. Me miro satisfecho por los avances producidos este año, pero lamento los que me quedan todavía para el resto de estos tres meses. Espero lograrlo. Otra noticia más de salud es sobre el consumo de alcohol entre los jóvenes. A la ministra de Sanidad no le preocupa que 6 de cada 10 menores de 18 años beban todas las semanas, lo que le intranquiliza es la cantidad de lo que beben. Ninguna de las administraciones, ni las locales -no hay más que comprobar el caso de Burgos-, ni las nacionales, han combatido el botellón, quizá sea ya el momento, porque mañana puede ser tarde.
Acaba el telediario con el Barcelona y con Messi, lamentablemente el próximo equipo al que se enfrentan es el Sporting. Recuerdo con nostalgia, mientras contemplo el gol de Villa en la Liga de Campeones, que el año pasado ganamos al Madrid y empatamos con este Barça de Guardiola y sueño de nuevo con la victoria sportinguista.