Vuelve El Cid

No hace falta un elenco de sesudos pensadores para reconocer que El Cid es uno de los personajes indispensables de la historia de nuestro suelo patrio. Y más desde que Charlton Heston y Sofía Loren ahondarán en su inmortalidad.

Mucho ha tardado el Ayuntamiento de Burgos por decidirse a englobar en un Museo o mejor llamarle experiencia a la vivencia del héroe castellano, quizá por el miedo a ser tildado de casposo o probablemente enfrascado en miles de encuestas para descubrir que es lo que puede atraer a turistas del mundo entero.

Probablemente este mundo ahora esté necesitado de caballeros que le hagan confesar a su Rey sobre verdades o mentiras, personas que acaben desterradas pero sigan defendiendo una bandera, pese a las veleidades de venderse al mejor postor. O poseedoras de una de las pocas espadas cuyo nombre ha transcendido fronteras o un caballo cuyo sepulcro se busca por miles de visitantes a Cardeńa.

Su poema es el más épico en castellano antiguo. Ahora parece que hay que buscar una percha para convertir a Rodrigo Díaz de Vivar en uno de los reclamos turísticos de la capital castellana, de su provincia y su Camino, cada vez más hollado a pie, en bicicleta o a caballo.

Bien hallado sea de nuevo El Cid, cuya estatua sigue siendo una de las figuras ecuestres más representativas de España y más fotografiada a pesar del horroroso adorno navideño que le acaban de instalar.

Y probablemente 2015 o 2016 sea su ańo en Burgos, pues al menos por la lealtad que representa,  gracias por volver Ruderico.

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