Soledades

Más de cuatro millones y medio de personas viven solas en España, vamos con su mismidad. En muchos ha sido opcional, pero probablemente en los dos millones de personas mayores de 65 años la gran mayoría han perdido a su otra parte, con una pensión muy justita e intentando vivir al día en tiempos de dificultad, e incluso sacrificándose por sus nietos y dejando de gastar en lo que ellos consideran prescindible y nuestra generación necesario.

Nos ocurre cada vez que nos tenemos que trasladar de vivienda. En la mayoría de los casos son pocas veces en la vida, pero a veces precisamente la vida te da esas oportunidades de hacerlo y puedes por cambios laborales o familiares, y te das cuenta que cada vez van aumentando más las maletas y los paquetes, y hasta almacenamos aquellas camisas por si algún día adelgazamos, lo que engordamos en los últimos años. Y libros, cantidad de libros de los que muchos no has abierto, pero que siguen acompañándote de un día tras otro. Muchas cosas prescindibles, mientras que las necesarias no pesan, no ocupan lugar, no necesitan espacio, al menos material.

Algunos de los que puedan estar leyendo estas líneas lo experimentan en muchas ocasiones. Lo imprescindible para nuestros mayores, para nuestros seres queridos, bien es cierto que además de la salud, de una buena alimentación, y de compañía, lo que necesitan es cariño. Es decir a tu madre ‘hermosa’, darle un beso en la frente y sacarla de paseo, ya sea andando o en silla de ruedas, y probablemente será la mujer más feliz del mundo. Y si ya en el camino aparecen los nietos, vivirá otra vida.

Pero hay otra mucha gente sola, que no tiene ni hijos, ni nietos a los que mirar. Porque a la gente mayor le gusta mirar, contemplar, sin decir nada, en silencio. Un silencio que no todos sabemos apreciar, un lugar donde se toman muchas decisiones, se reflexiona y todavía se mira para el futuro, quizá incluso hasta la eternidad.

En Burgos hay un grupo de asociaciones y entidades que procuran acompañar a vecinos que están solos y que si no fuera por ellos no podrían salir de casa o hacer la compra, o ir al médico. Eso imprescindible que necesitamos todos. Burgos es una provincia, una capital, que ha contado con numeroso voluntariado, sobre todo entre la gente joven, pero últimamente también entre prejubilados y mayores. No podemos perder ese carácter. Pero, maldita soledad, hay que lograr, hay que alcanzar, un sueño casi imposible, y es que ningún ciudadano que viva en nuestra tierra se sienta solo, que todos tengan algún número teléfono al que llamar, alguna persona con quien conversar, alguien con quien reír y llorar aunque sea unas horas a la semana, o con quien rezar una oración o ver una película. O pasear junto al Arlanzón entre el paisaje otoñal.

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