No lea los programas

Si usted es un habitual lector de este periódico no se preocupe por perder ni un minuto en leer los programas electorales de aquellos partidos que parece que pueden alcanzar representación; llevan repitiendo la misma cantinela unas cuantas legislaturas. Y más si casi coinciden elecciones generales y autonómicas, y si a esto sumas las locales y las europeas –las grandes perdedoras, y de las que nadie hablará- miel sobre hojuelas. Un trabajo que tiene ahorrado, porque volverán a reivindicar el Madrid directo, la autovía a Cantabria, la de La Rioja, el maldito AVE, proyectos para hacer en el solar del antiguo hospital, algún aparcamiento en algún lugar nuevo de Gamonal y que el casco histórico sea Patrimonio de la Humanidad.

Solo recuerdo propuestas innovadoras de aquellos que concurrían por vez primera, o estaban ya de vuelta, como el caso de  la eliminación de la ORA en la capital burgalesa, o la construcción de un parque de atracciones en El Castillo. Y ya si hablamos de esta región en la que nos ha tocado vivir, sumen declaraciones sobre la despoblación de esta España vacía, que cada vez es más extensa, en esta Castilla.

Al final, lo que distingue a las formaciones políticas son aquellos temas de calado en los que cada votante puede tener una idea diferente. Se acaba de ver en el enfoque que sobre el Día Internacional de la Mujer han tenido. Desde lo que han llamado el feminismo liberal al feminismo socialista, a aquellos que dicen que no es necesario el feminismo.

Para mí el 8 de marzo siempre será el cumpleaños de mi madre, que tuvo que criar cuatro hijos, que ejerció de maestra en pueblos y en la ciudad, a la que nadie le dio nada y luchó por aquello que quiso con dignidad, y que nos dejó no hace mucho tiempo, años después de haberse ido también su marido, mi padre. Para mí eso es el feminismo.

Pero también concurren otros temas como la libertad, en temas polémicos sobre la educación o la vida, que son interpretados de diferente manera. La capacidad de los padres para elegir la educación que quieren para sus hijos se puede otorgar de forma diversa. Igual que el derecho a una muerte digna que se convierte prácticamente sinónimo de eutanasia. ¿Es digno dejar morir a una persona porque la sociedad le ha dejado sola, sin esperanza? O cuál es la España que queremos los propios españoles. Figura la solidaridad entre los primeros valores, o una buena cuenta bancaria.

Saben lo que puede generar más optimismo. Que los líderes principales de estos partidos son jóvenes, aunque quizá con demasiados años militando y dedicados casi con exclusividad a la política, pero tienen tiempo para equivocarse y corregirse. Tienen ocasiones para cambiar.  Y pueden escuchar todavía a millones de personas que no están de acuerdo con lo que ven.

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