Blade Runner

La película que protagonizara Harrison Ford y dirigiera  Ridley Scott cumplirá pronto 40 años. Y el autor fijaba en noviembre de 2019 al inicio del guion los avances de la ingeniería genética que culminarían en Nexus 6, un robot parecido al hombre pero con mucha más fuerza y agilidad. Eran los replicantes que buscaban los Blade Runners para acabar con ellos tras su rebelión. El escenario, una megalópolis deshumanizada en la que se ha convertido Los Ángeles, nada que ver con el LA actual.

Hemos superado 2019 y pocos de los vaticinios de Philiph Dick en el libro de que partió el film parecen haberse cumplido.  Veremos cuando lleguemos  a la ‘nueva normalidad’ en la que tanto insiste el presidente Sánchez, con la pandemia acabada o controlada, si nos acercamos a las predicciones de esta película de ciencia ficción. Todavía hay quien se levanta cada mañana y al encontrarse con la realidad piensa que vive un sueño, o más bien una pesadilla. Que nunca abandonaremos la fase 0 porque hay personas que pasean y hacen deporte como si  no hubiera un mañana, otros a los que las medidas sanitarias no les convencen y no quieren ver una mascarilla ni gratis –hasta las roban de los buzones-, jóvenes que se creen inmunes sin ser conscientes de que pueden no tener síntomas pero contagiar a sus mayores o a sus hermanos más pequeños,  vecinos que se van a pasear a fila de a 6 –horizontal  eso sí-, desde el horario de salida hasta su vuelta a casa, y ahora están viendo que igual no es el más razonable para los más pequeños.

Por eso no es extraño encontrarse con gente con miedo, bastante miedo,  que lleve casi más de dos meses sin salir de casa o lo mínimo  imprescindible mientras ve desde su ventana como otros se saltan las más mínimas reglas mientras sonríen. No es momento de buscar culpables cuando te encuentras con políticos que nunca respetaron el confinamiento u otros que quieren entrar cuanto antes en la fase 1 ó 2, sin tener las condiciones necesarias, que hacen que seamos los más exigentes entre los exigentes, pero es verdad que una vida solo no tiene precio.

Esperemos, por eso,  que la nueva normalidad no suponga mandar al ‘retiro’ a aquellos replicantes que se rebelaron de su esclavitud en las colonias exteriores de la Tierra en Blade Runner, porque si algo nos queda es la libertad y la responsabilidad, y en esto tengamos que insistir.  Y probablemente podamos decir cuando nos hayamos liberado de este bichito tan pequeño como peligroso que “He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.

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