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Seguimos siendo números

Hace unas semanas, en este mismo espacio, afirmaba que los fallecidos por la pandemia, para algunos, eran números más que personas. Ni un gesto, ni una lágrima. Las banderas con crespón no iban a devolver la vida a nadie, pero era un grito a los que se quedaban de que no estaban solos. Hemos pasado ya los 10 días de luto nacional, hoy entramos en Castilla y León en la Fase 2, que viene a ser como la 1, excepto aquellos que todavía tienen miedo al contagio, con bastante razón, y que en lo que va a cambiar fundamentalmente es en que se puede entrar a los bares, a los cines y teatros, y que abren las grandes superficies. Parece que los deportistas aficionados también cuentan con más libertad. Y me olvidaba el fútbol… Y todo con las medidas sanitarias necesarias de distanciamiento social y de uso de la mascarilla.

Pero seguimos siendo números, lamentablemente  solo así puede explicarse que para la cifra de fallecidos en un día existan cinco diferentes datos, algunos sin justificación posible.  Parece que casi todas las Comunidades Autónomas están actuando con lealtad, parece… Pero en la nación siguen creyendo que esta batalla es de buenos y malos y no cesan los despropósitos, cuando la realidad es que ha sido y es de vivos y muertos. Y desgraciadamente hay miles más víctimas de las que brindan diariamente los voceros del gobierno.

No va a ser fácil la desescalada. Aparenta que la gestión de los ERTE está siendo positiva y salvando muchas pymes y medianas empresas. El Ingreso Mínimo Vital será una solución inicialmente para muchas familias, pero todo ello ralentizará la creación de empleo. En otros asuntos, como la educación, ha vencido, sin embargo, la desgana. Es cierto que hay todavía alumnos que no cuentan con acceso a internet en sus domicilios, pero no es una gran mayoría. Parece que existe un cierto cansancio por no encontrar la solución definitiva al próximo curso e incluso para algunos los suspensos pasan a ser testimoniales. Y todavía están pedaleando con qué se hace con los niños pequeños y guarderías para facilitar la conciliación en las familias. Los centros se están volviendo locos intentando gestionar cómo van a evitar que los pequeñajos se abracen, se saluden o jueguen. O llenan los colegios de corralillos o será muy difícil. Aquí también hay números y no personas, o personitas.

Y la nueva realidad será muy cercana al momento del que venimos. Mañana el Gobierno aprobará un Real Decreto con las normas para vivir mientras llega la vacuna o las medicinas que curen del Covid19. No nos olvidaremos de las mascarillas por algún tiempo, mientras los médicos no paran de insistir en que el rebrote en otoño puede plantearse. Conviviremos en algunos trabajos con las actividades presenciales y digitales, que no han llegado para quedarse porque nunca serán lo mismo que escuchar un concierto en directo. Y porque trabajar en equipo, es eso, en equipo, aunque sea a dos metros entre uno y otro.

Cofinados

Lleva la mayoría de ciudadanos de Castilla y León más de dos meses confinada. Fase 0 que le llaman, donde se te permite salir a dar un paseo, hacer algo de deporte -1 hora donde puedes hacer trampas-, comprar en algunos lugares, ahora también ir a la peluquería previa cita previa y probablemente dentro de una semana hacer cola para sentarte en una terraza con la familia o los amigos mientras te tomas una jarra de cerveza, o un vaso de coca cola, en cualquier plaza de Burgos con cafeterías que hayan podido mantener el negocio. Y se cree que se ha vuelto la normalidad a un país donde ya han fallecido muchas personas, y donde todavía van a morir unas cuantas más, porque este bichito es bastante contagioso, aparte de desconocido, con lo que apenas se prevé  por dónde puede responder frente a los ataques que reciba.

Por eso los ciudadanos están  ya muy cansados. Miran a los mayores con respeto y cariño, hasta que se te cruzan por la calle a las seis y media de la tarde cuando su turno es a las siete, y les sorprenden sin mascarilla. Y los niños que siempre te gustaron, y a los que sonreías, si asoman sus naricillas a las ocho ya te conviertes en Herodes, porque ahora has descubierto que pueden ser asintomáticos pero eso no impide que se conviertan en contagiosos. Lo peor llega cuando esas otras pandillas de jóvenes se concentran en lugares perdidos porque también creen que son inmunes.

Mientras tanto, las redes sociales arden y se multiplican las batallas en una guerra política que todavía busca sacar rendimiento electoral a la pandemia. No lo dicen así, pero está claro. Ministros que no saben dónde pisan, ni lo que pisan, y sobre todo que no conocen apenas de su trabajo. Responsables de comunidades autónomas que transforman las fases en su antojo y ya estamos en el 0,5, en el 1, o en el 1,80, según les venga bien.

Todavía no se han dado cuenta de que esta batalla no es de buenos y malos, sino de vivos y muertos. Y que nos piden que estemos ojo avizor ya no solo con la Fase 3, sino hasta el infinito y más allá, y nos tengamos que ir con Buzz al espacio sideral. Y eso que la piel de las manos ha iniciado ya hace tiempo su proceso de conversión a escamas, con tanto contacto con el agua. Además, en ocasiones se duerme peor y pueda ser que nos convirtamos en zombis.

O estamos unidos, o lo vamos a pasar muy mal. O comenzamos a buscar lo que nos une, o esta crisis sanitaria se va a alargar en el tiempo. O hablamos más alto que el griterío de los irresponsables o acabamos con nuestro planeta.  “Ya va siendo hora de que la humanidad sea adulta, y empiece a decidir qué cosas no puede hacer” asegura Juan Luis Arsuaga. La vida es resolver problemas, insiste habitualmente el científico, y para eso cada vez es más necesaria la armonización social, el respeto al otro, caminar juntos con un objetivo común en circunstancias como la pandemia. Y si no estás dispuesto, te callas.

Blade Runner

La película que protagonizara Harrison Ford y dirigiera  Ridley Scott cumplirá pronto 40 años. Y el autor fijaba en noviembre de 2019 al inicio del guion los avances de la ingeniería genética que culminarían en Nexus 6, un robot parecido al hombre pero con mucha más fuerza y agilidad. Eran los replicantes que buscaban los Blade Runners para acabar con ellos tras su rebelión. El escenario, una megalópolis deshumanizada en la que se ha convertido Los Ángeles, nada que ver con el LA actual.

Hemos superado 2019 y pocos de los vaticinios de Philiph Dick en el libro de que partió el film parecen haberse cumplido.  Veremos cuando lleguemos  a la ‘nueva normalidad’ en la que tanto insiste el presidente Sánchez, con la pandemia acabada o controlada, si nos acercamos a las predicciones de esta película de ciencia ficción. Todavía hay quien se levanta cada mañana y al encontrarse con la realidad piensa que vive un sueño, o más bien una pesadilla. Que nunca abandonaremos la fase 0 porque hay personas que pasean y hacen deporte como si  no hubiera un mañana, otros a los que las medidas sanitarias no les convencen y no quieren ver una mascarilla ni gratis –hasta las roban de los buzones-, jóvenes que se creen inmunes sin ser conscientes de que pueden no tener síntomas pero contagiar a sus mayores o a sus hermanos más pequeños,  vecinos que se van a pasear a fila de a 6 –horizontal  eso sí-, desde el horario de salida hasta su vuelta a casa, y ahora están viendo que igual no es el más razonable para los más pequeños.

Por eso no es extraño encontrarse con gente con miedo, bastante miedo,  que lleve casi más de dos meses sin salir de casa o lo mínimo  imprescindible mientras ve desde su ventana como otros se saltan las más mínimas reglas mientras sonríen. No es momento de buscar culpables cuando te encuentras con políticos que nunca respetaron el confinamiento u otros que quieren entrar cuanto antes en la fase 1 ó 2, sin tener las condiciones necesarias, que hacen que seamos los más exigentes entre los exigentes, pero es verdad que una vida solo no tiene precio.

Esperemos, por eso,  que la nueva normalidad no suponga mandar al ‘retiro’ a aquellos replicantes que se rebelaron de su esclavitud en las colonias exteriores de la Tierra en Blade Runner, porque si algo nos queda es la libertad y la responsabilidad, y en esto tengamos que insistir.  Y probablemente podamos decir cuando nos hayamos liberado de este bichito tan pequeño como peligroso que “He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.