Ciudad de curas y militares

A finales del siglo XX algunas poblaciones españolas tenían el sambenito, muchas veces negativo, de ser una ‘ciudad de curas y militares’. Ocurría con Burgos, que contaba con capitanía general, academias y varios acuartelamientos. También de un seminario potente, una Facultad de Teología y una enorme tradición misionera. Tanto así que se decía que cuando caminabas por la calle y no veías un cura o un militar por delante o caminando detrás es que eras tú.

Era una broma, ya que con el tiempo y visto lo visto se ha comprobado que mucho tenía que agradecer Burgos a contar con un gran número de personas dedicados a la milicia o al servicio a Dios, no en vano Santa Teresa fundó su último convento en esta capital. La ciudad creció junto a ellos.

También se le ha acusado a la Iglesia de falta de transparencia. Y todavía se le imputa. Pese a que en su página web el Arzobispado de Burgos va colgando todos sus presupuestos, los bienes inscritos, las obras, y ahora también la percepción ciudadana sobre la Iglesia. Una encuesta realizada por una empresa realizada en la provincia de Burgos a 726 personas lo que significa una muestra representativa y donde el 76 por ciento de los habitantes de esta tierra se declaran católicos -3 de cada 4- y solo un 24 por ciento practicantes habituales. Los burgaleses valoran positivamente la labor social y el apoyo a los colectivos vulnerables, también han destacado el trabajo de Cáritas, de los misioneros, o de la Fundación del VIII Centenario. Le piden crecer en transparencia, a pesar de ser junto con Bilbao las dos diócesis más transparentes, ser coherentes, modernización, cercanía y flexibilidad. Y valoran negativamente la actitud o la incoherencia –bien es cierto que tampoco es muy coherente creer y no practicar, pero por algo será- . La posible politización solo la citan un 2 por ciento.

El arzobispado encargó esta encuesta a una empresa externa e independiente precisamente para conocer el entorno en el que se encontraban, y no influir en los datos. Y qué es lo que más valoramos en una escala de 0 a 5 los burgaleses, pues con un 4,4 la familia. ¿Y la Iglesia? La puntuamos con un 3,3, un bien camino de un notable. Para contestarla un 21 por  ciento que se declaraban agnósticos o ateos y un 9 por ciento indiferentes no está mal situada.

En el escrutinio se sigue citando la discrepancia o el aburrimiento para no formar parte de la misma. Pero si hay que hacer un balance y comparar con los datos a nivel nacional, la diócesis no ha salido mal parada. Pese a que cada vez la media de edad de los sacerdotes es más alta y las vocaciones en una sociedad más materializada no llegan.

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