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Una orquesta solidaria

Probablemente, algunos de ustedes ya conozcan a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León que ahora es, sin duda, uno de los principales protagonistas en el programa ‘Prodigios’ , que la 1 de Televisión Española emite los sábados por la noche. Un espacio para jóvenes talentos en danza, canto e instrumental, que participan acompañados por la OSCYL. La Orquesta participa también en el mes de julio en el programa de plazas mayores donde actúa al aire libre, en todas las capitales de provincia de Castilla y León. O en conciertos de pequeño formato en el Camino de Santiago.

También, durante la temporada en el Centro Cultural Miguel Delibes, ofrece más de 20 conciertos, duplicados, para que puedan participar en el abono de proximidad más ciudadanos de Castilla y León. Actualmente ya casi llegan a 4.000 los abonados a la OSCYL.

Pero quería escribir de un trabajo más oculto, más solidario, que forma parte de la actividad socioeducativa de esta maravillosa orquesta, siguiendo el impulso marcado por la los responsables de la Fundación Siglo y de la Consejería de Cultura de la Junta. La semana pasada volvió a las aulas el Maratón Musical Solidario. Lleva ya 8 ediciones, y comenzó en 2011 con dúos, cuartetos, ensembles de la OSCYL, que se trasladaban a diversas asociaciones, centros y lugares de Valladolid, como un comedor social, un hospital, un colegio de educación especial. Así sucedió también en 2012, en dos ocasiones en 2014, donde los destinos fueron Palencia, Segovia y Ávila, en 2015 los destinos fueron Zamora y Salamanca, León y Burgos en 2016 y en 2017 volvió Valladolid, en sus dos principales hospitales, a ser la sede de estos ‘trozos’ diseminados de la Orquesta,

Este año, por vez primera, el Maratón llega de forma simultánea a las nueve provincias de Castilla y León. En Burgos ocurrió la magia el día 4 en el CEE Fray Ponce de León, y así también en otros centros el 5 hasta cubrir la Comunidad. Casi todas escuelas de educación especial salvo ASPACE o algunos de nuestros hospitales públicos. En las redes sociales pueden comprobar, por ejemplo, la respuesta de los mismos, con el objetivo de romper todas las barreras y compartir música con aquellos que cuentan con dificultades singulares para acceder a este tipo de actividades.

La OSCYL, en su área educativa, suma también otros programas, como Miradas o Cantania, dirigido a cientos de chavales de toda la Comunidad Autónoma, que por unas horas abandonan la Nintendo y se dedican a aprender música, a escucharla, tocarla y cantarla. Y para eso hace falta pasión, tanto de los propios músicos, como de los técnicos, o de los participantes. Y aunque parezca mentira, pasión no nos falta a los castellanos y leoneses.

Música

Con la música clásica me ocurre lo mismo que con el vino. No lo aprecio. Y salvo contadas excepciones, me sabe casi todo igual, y además, en el caso del caldo, no me gusta.

El último concierto al que asistí en el Teatro Principal fue una invitación que hice a mis padres hace unos cuantos años con motivo del Estío Musical Burgalés y si mal no recuerdo, Rafael Frühbeck dirigía la Novena Sinfonía de Beethoven a una orquesta cuyo nombre no me viene a la memoria. Disculpen por ello. Pero era tal la ilusión que le hacía a mi padre, ya mayor y con dificultad para el movimiento, ver en directo al maestro burgalés que a mi me daba lo mismo el director, la orquesta y el lugar, solo me bastaba contemplar a mi progenitor. Pese a la pasión de mis padres por la música, no me contagiaron, y eso que he tenido oportunidades de disfrutar de los grandes. Quizá no olvidaré la primera ópera de la que disfruté en el Liceo de Barcelona, en la inauguración de una temporada a la que asistía la Reina, y a la que fui por motivos laborales –seguía entonces la información de la Casa Real-. Me sorprendió la obra, y me gustó.

Ahora, durante unas semanas, vivo rodeado por los maestros de la principal orquesta de Castilla y León, la OSCYL, y una de las mejores de Europa. 80 profesores que viven con pasión la música y que disfrutan y hacen disfrutar con lo que hacen. En Burgos actuarán el 10 de julio en la Plaza Mayor, en un evento que hubo que suspender el año pasado por la lluvia, y el 20 de julio en el concierto que dará en la Catedral, junto a casi 100 voces, con motivo de los actos del VIII Centenario de la seo, la única por cierto en toda España que tiene el título de Patrimonio de la Humanidad. Además dos ensembles de la Orquesta, como ha ocurrido otros años, actuarán en dos localidades burgalesas del Camino de Santiago este verano de los seis conciertos en total que ofrecerán. Cuatro oportunidades para verlos en apenas dos meses, si es que no se apuntan al concierto sinfónico que ofrecerán junto a Santiago Auserón el próximo 1 de junio en el Fórum Evolución.

Burgos siente pasión por la música, ya he escrito en alguna otra ocasión que lo mismo ocurre con el baile y la danza, contamos también con una Orquesta Sinfónica y una Joven Orquesta, que entre los dos pueden sumar 10 conciertos al año casi por amor al arte, en el segundo caso buscando fiestas que no impidan asistir a clase a la mayoría de sus miembros. Bien merecerían un poco más de ayuda las dos formaciones. Mucha culpa de ese amor por la música lo tiene sin duda el Conservatorio Profesional, pero también la Escuela de las Bernardas y la Escuela Profesional de Danza.

Burgos es sin duda la capital industrial de la región, es una capital gastronómica, incluso turística, pero su impulso artístico, a muchos niveles, incluido el musical, es digno también de destacar, por no hablar del baile y la danza que ya he citado en otras ocasiones. Si hasta el Himno a Burgos, como escribía la semana pasada, ha triunfado.