Archivo de la etiqueta: solidaridad

Evolución humana

España está llena de maestros de la radio a todos los niveles, en todo tipo de programas, horarios y demarcación geográfica. Escuchas historias que apabullan, otras que te conmueven, y algunas que te hacen llorar. Es cierto que jugar con el sentimiento es a veces una trampa. Pero es la vida, el día a día de nuestro acontecer. Y si en un corto espacio de tiempo nos hemos encontrado con una pandemia mundial, con un volcán que ha concitado todo el interés y con una guerra que implica a toda Europa –las de África parecen sernos ajenas- pues esas pasiones afloran y llegan a estremecerte. Es oír a uno de estos locutores una charla con una mujer huida de la invasión de su país, acompañada de tres churumbeles, sin destino conocido y sabiendo que no sabe si volverá a ver a su marido, que te acongojas.

Y hablo de la radio porque parece lo más directo, con un teléfono basta. Y la voz conmueve. Y es  lo mismo que encuentres en sucesivos días a Alsina, a Herrera, a Francino o a Javi Nieves. Les localizas próximos e implicados. La pandemia nos ha hecho conocer esos mundos del dolor, en todos los medios y de todos los colores. Y tanto con el Covid como con la invasión de Ucrania por Putin esos relatos están llenos también de solidaridad.

 

Ahora, cada día de todos los puntos de España, y desde Burgos, siempre Burgos cuando se habla de ayudas, están saliendo coches, furgonetas, camiones e incluso autobuses fletados por empresarios para aportar medicinas, comida, mantas, donadas por miles, por decenas de miles de ciudadanos españoles, para recoger madres con pequeñajos de todas las edades, porque los de 18 ya tienen que empuñar un fúsil para defender su tierra, su historia, su patria contra el oso ruso.

 

En nuestro país viven más de 110.000 ucranianos empadronados, más todos aquellos que no lo han hecho. Y se ve que les gusta España, cuánta gente nos encontramos entrevistada por medios de comunicación en Ucrania que habla perfectamente el castellano. Estos inmigrantes en la piel de toro también se han movilizado, y han hecho movilizarse a otras miles de personas. Se han puesto en contacto con sus familiares en el país bombardeado y se están produciendo agrupamientos familiares increíbles. España está respondiendo a esta llamada caótica, y no solo nosotros, también Europa parece haber escuchado, y Polonia, tan criticada otras veces, y tan respetada en esta ocasión  cuando intenta acoger a más de un millón largo de refugiados que atraviesan la frontera.

 

Si a esta especie no le falta corazón es que nuestra evolución ha ido a mejor. Y si todavía mantenemos la fe en el ser humano es que podemos ser excelentes y no caminamos a una nueva extinción.

 

 

 

 

Vergüenza

Francisco no se calló al conocer la noticia. Al igual que tampoco lo hicieron los Papas anteriores al denunciar las injusticias de este mundo. «Hablando de paz, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por el hombre, no puedo no recordar con gran dolor las numerosas víctimas del trágico naufragio ocurrido este jueves en Lampedusa, que es una vergüenza». Cientos de cadáveres en el mar, una imagen dantesca de unos seres humanos que probablemente fueron extorsionados económicamente para conseguir un mínimo espacio en una barcaza que les iba a trasladar a una civilización supuestamente con más posibilidades. Pero no es necesario irse al sur de Italia, ni a las costas de Canarias, ni a las gaditanas ni malagueñas para darse cuenta de que algo estamos haciendo mal entre todos, cuando la felicidad es efímera, cuando en muchos casos se vive para trabajar, y en otros tantos ni se vive ni se trabaja.

Han sonado bien en Burgos todas las actividades solidarias que se han multiplicado en estos últimos meses y que demuestran que a pesar de este panorama son cientos, miles, los héroes anónimos que a pesar de su situación o del entorno en el que se mueven, dicen con sus gestos, sus dorsales y su madrugón que merece la pena seguir adelante, ser optimistas y creer en el futuro. Desconozco el número de personas en la provincia burgalesa que dedican algo de su tiempo, por pequeño que sea –me viene a la cabeza la parábola del fariseo y el publicano- a los demás, aunque sea por devoción familiar. Solo ver acompañar el marido o la mujer de un enfermo de alzheimer,  por ejemplo, y que no falte una sonrisa, me parece digno de admiración, y te hacen aflorar los sentimientos. Encontrarte con paisanos que podrían dedicarse solo a pasear, pintar leer o ver la televisión porque se lo han ganado después de muchos años de trabajo, y que saquen de ese horario –cuando uno se jubila parece que se tiene menos tiempo que antes, según dicen- su tiempo para atender a aquellos que no tienen para comer, a distribuir alimentos, a ‘perder’ sus horas con los enfermos, o con aquellos semejantes que han llegado a nuestro país sin apenas formación ni idiomas es loable. A veces los periodistas nos empeñamos en buscar historias,  aquellas que tienen ‘interés humano’ como decía mi primer jefe madrileño, y nos damos de bruces con que los primeros que no quieren darse a conocer son los protagonistas anónimos de las mismas.

Vergüenza debe dar a esta sociedad que efectivamente para llegar al primer mundo haya que pasar penosidades, pagar cantidades imposibles para quizás morir en la travesía. Vergüenza a los gobernantes de ese tercer mundo de apropiarse de las ayudas que llegan a sus países en lugar de procurar avanzar juntos. Hasta pareciera que la sociedad de Miguelón, un Homo heidelbergensis de hace más de 400.000 años, cuyo cráneo se encuentra en el Museo de la Evolución Humana, formaba una tribu que se preocupaba más de los demás que nosotros, sin apenas medios, con cariño: de Benjamina, que padecía una enfermedad mental y que velaron por su alimentación, de Elvis, que apenas podía moverse para mantener su superviviencia frente a los grandes depredadores o las inclemencias del tiempo, o del propio Miguelón que sobrevivió gracias a que le facilitaban su comida.  Sin embargo, son miles, cientos de miles, los Homo sapiens anónimos que con su actitud todavía aseguran el futuro de nuestra especie.

2011

No es este un año que parezca que llega con un pan debajo del brazo, más bien al contrario, se ha quitado hasta la ayuda al nacimiento de un hijo y seguro que seguimos siendo el país que menos colabora con las familias. Pero así son las cosas. Pasaremos al menos cinco meses de 2011 debatiendo en los medios de comunicación sobre las próximas elecciones municipales y autonómicas, y hasta el mismo día de las votaciones, sobre las 11 de la noche, no conoceremos la verdadera situación de los principales partidos, la foto fija que presentan las encuestas a buen seguro tendrá variaciones en ese momento, aunque las tendencias que se presentan no auguran nada positivo para el PSOE, pese a que su suelo de votantes no suele bajar de los ocho millones, 2011 podría ser un año histórico, al igual que lo está siendo para los desempleados, que han sumado los 4.100.000 y que consolidan a España a ser el primer país de la Unión Europea en cuanto al número de parados.

Este año no habrá competición internacional ni de fútbol ni de baloncesto que impida pensar en la realidad de las cosas, aunque el duelo entre el Real Madrid y el Barcelona en la liga española bien pueda ser un sustituto, pero lo cierto es que hay un millón de familias en nuestro país donde ninguna de las personas que forma parte de las mismas ingresa un euro, y necesitan mucho más que un alegrón futbolístico del equipo de sus amores.

2011 llega con muchas más cosas en su zurrón. Pese a todos los índices económicos aún se puede respirar cierto aire de optimismo. En Burgos se mira hacia dentro de seis meses esperando que el jurado decida que sea esta la capital europea de la cultura para 2016, aunque no creo que ninguno de los lectores de este artículo conozcan que la ciudad finlandesa de Turku y la estonesa de Tallín (lo he descubierto en Wikipedia mientras escribía este artículo) sean las designadas para este 2011. Lo que sí es cierto que para Burgos sí puede suponer un impulso y sobre todo el aumento de una autoestima inexcusable, que hemos podido comprobar que es necesaria cuando hemos oído sin creérnoslo a aquellos que han visitado la ciudad estas navidades sobre cuánto habíamos cambiado… para mejor.

Es 2011 también infunden aire de optimismo las muchas iniciativas solidarias para apoyar a esos colectivos que se encuentran en situaciones más precarias. Los tele maratones funcionan y los apadrinamientos a niños de diversos continentes también. Aunque no estaría de más incluir en esos conjuntos a nuestros escolares desde los 0 a los 23 años, a la cola de los ránkings estudiantiles y no por culpa suya, sino de un sistema que ha ido apartando a los mejores en beneficio de la totalidad, y donde ahora son los propios profesores y responsables educativos quienes se dan cuenta que o hacemos algo o tampoco seremos competitivos en este campo.

2011 puede ser un año malo o menos malo. Podremos ver la botella medio llena o medio vacío, pero en cualquier caso nos exigirá a cada uno hacer algo en nuestro entorno y no dejarlas venir y verlas pasar. Espero que al menos los Reyes Magos se hayan acordado de ustedes.