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Oposición

No debe ser relativamente difícil hacer oposición para un partido que no ha gobernado en anteriores ocasiones. Para el que sí lo ha hecho, y ha dejado un rastro negativo, es harto difícil, y lo estamos viendo ahora mismo con las diferentes posiciones del Partido Socialista, en la que no saben si lo más necesario es un nuevo líder o unas nuevas formas. En cambio, para formaciones políticas que no han tocado casi pelo, como el caso de UPyD, la alternativa es aparentemente sencilla, sumarse a las propuestas que más motivan a la opinión pública, por ejemplo, e intentar ganar en el río revuelto de la actual democracia. Eso sí, en cuestiones supuestamente conflictivas todavía desconocemos su ideología, y es aquí donde muchos se preguntan qué piensan en cuestiones básicas desde los impuestos al derecho a la educación o el derecho a la vida.

Recuerdo los años anteriores a la Alcaldía de Ángel Olivares. Surgía entonces un partido como Tierra Comunera, que no había semana en que no llegaran a los medios de comunicación dos o tres notas de prensa suyas, todas, o casi todas, sugeridas casi desde los propios medios. Eran su fuente de alimentación. Y reivindicaban todo lo que ahí leían. Parecían convertirse en el altavoz del pueblo. Llegaron las elecciones y obtuvieron tres concejales. No fueron fáciles los últimos meses de legislatura de Valentín Niño, que no repetía en el cargo, y donde el PP perdía la mayoría absoluta y no podía gobernar. El  juego de las extrañas alianzas y de un Ayuntamiento con cinco grupos hizo que TC estuviera en el equipo de gobierno. Y casualmente que en las siguientes elecciones perdiera toda su representación, después de unos años donde aparentemente podían haber gobernado como ellos solicitaban en la legislatura anterior.

No es fácil el ejercicio de poder. Sí lo sería para aquel que gobierna sin tomar decisiones, dejándose llevar por la corriente o si hablamos de economía, por ejemplo, sumando deuda. Pero eso no es gobernar. Desgraciadamente todos los casos de corrupción de los políticos, ya sean locales, provinciales, regionales o nacionales, les han colocado en los peores puestos de valoración por los ciudadanos y no será fácil despegarse de cualquier duda cuando asuman una decisión, sobre todo porque ya existe una gran generalización. En un momento dado estarán respaldando a los banqueros, en otros a los constructores, en otros a la oligarquía, otros a sí mismos, pero nunca a la clase trabajadora. Con seis millones de trabajadores según la EPA, los datos avalan toda crítica. Para mí tienen el máximo respeto todos los políticos honrados que desde los diferentes foros intentan sacar su parte de territorio adelante, quizá sobren unos cuantos –sigo con mi campaña de desaparición del Senado-, también asesores, altos cargos… Pero son ellos los que tienen que dirigir este país, porque los hemos elegido democráticamente, y merecen el respeto. Eso sí, si hay sombras de honradez, dimisión y a la calle, y si son unos ineptos a los cuatro años cambiamos el voto y ya está, porque cada vez se parecen todos más. Y si quieren votar a coaliciones o partidos sin experiencia de gobierno, pues fenomenal, pero ya saben a lo que se arriesgan, aunque llega un momento que o te arriesgas o mueres.

Candidatos con ideas y talento

El proceso de elaboración de listas electorales es uno de los más complejos que se presentan a cada candidato durante los meses previos a la cita en las urnas. No solo el político elegido intenta dejar contentos a todos los sectores de un partido -en el caso de las formaciones mayoritarias- sino que además debería tomar decisiones contundentes con aquellos que más que un apoyo se han convertido en un lastre durante la legislatura. Compaginar ambas cosas es tarea que pocos hacen y se aboga habitualmente por lo que consideran más supuestamente correcto: que nadie se enfade. Por ello, de poco servirá, por ejemplo, cambiar al cabeza de lista de la candidatura del PP a la Diptuación, si luego mantiene a los mismos representantes provinciales para seguir intentando controlar el partido en todo el territorio. Se mira mucho hacia el propio partido político y apenas nada a las demandas ciudadanas. Pesan más los intereses personales que los generales. Y así poco a poco se desvirtúa la concepción de una lista donde se debería buscar a los mejores, aumentan los políticos profesionales más que los necesarios profesionales políticos, y el votante aboga por unas listas abiertas que nunca existirán.
Conocido ya el cuadro que presentará Luis Escribano en las próximas elecciones de mayo para intentar alcanzar la Alcaldía (viendo la dificultad del empeño ha dejado de estar condicionado para este trabajo previo), desde el Partido Popular apurarán hasta las últimas semanas para darla a conocer. Porque pocos son los que una vez cogido el gusto a ser concejal de un equipo de gobierno ponen realmente su cargo a disposición de quién les colocó y están dispuestos a abandonar. De ahí a que para evitar disgustos innecesarios en la precampaña, si hay cambios mejor anunciarlos tarde.
Lacalle, que ha anunciado que si gana seguirá la misma línea de su predecesor, no parece tampoco que hará florituras. Es bastante probable que mantenga el núcleo duro e incorpore dos o tres nombres nuevos. Sería una sorpresa -bastante deseable sin embargo- lo contrario, porque en estos cuatro años apenas se ha hablado de otra cosa que de infraestructuras, cuando una ciudad que pretende una Revolución para 2016 tendría que tener en sus próceres talento y nuevas ideas, sobre todo para gestionar no solo un Auditorio que estará finalizado el próximo año, sino también un Pabellón Arena que aseguran que se levantará en tiempo récord o un Parque Tecnológico que ahora está sumido en el más profundo de los anonimatos, y sumen a todo ello la innovación y desarrollo en la propia ciudad. Supongo que todos tenemos algún nombre para sugerir, y otros para eliminar.
Los que andan bastante confusos son los líderes del resto de partidos que acudirán a las municipales. No tienen fácil ni IU, ni UPyD, ni el PCAL, ni Cibu, configurar una lista que se lleve los votos que auparon a Martínez Laredo, a Baeza o a Solución Independiente a algunos de los sillones del salón de plenos. Lo previsible -que a veces se equivoca- nos anuncia una holgada victoria del PP y un aumento de la abstención. Veremos.