Convencidos de lo nuestro

Lo nuestro, que es lo de todos. Y depende de cada uno de los ciudadanos de Burgos creerse todas las posibilidades que encierra esta ciudad y provincia, que son muchas ya a simple vista; aunque quizá para ello haya que vencer numerosas dificultades acumuladas a lo largo de los años, agentes externos aparentemente perjudiciales -el clima en ocasiones no nos acompaña- y a los tradicionales agoreros que están tirando del tren en dirección contraria.

Carlos Andreu, un amigo que es consultor empresarial y coach, asegura que hay que eliminar a los cafres de tu vida. A aquellos que ven todo en negativo, él les llama zombis, e insiste en que son gente que muere a los 18 años o a los 30, aunque les entierren a los 90; «aquellos que quieren que la vida les vaya bien haciendo lo que hacen hasta ahora, pero sí hacen lo que hasta ahora, cómo te irá la vida, pues como hasta ahora», asegura este profesor aragonés.

Algunos por su parte dicen que es falta de autoestima, que solo se logra llenar El Plantío cuando viene la selección española, y que se sale a las manifestaciones cuando te tocan el bolsillo o la salud, aun desconociendo el principal motivo de las mismas. Pero lo bueno que tiene todo esto es que ellos son unos pocos, pese a que se les oiga más que la ilustre mayoría silenciosa, y Burgos está viviendo en estos momentos unos meses históricos que no puede ni debe dejar pasar, pero aportando otras miras, otro ritmo, otras voluntades y sobre todo una renovada capacidad de trabajo y de generar ideas e ilusión.

Da la sensación al hablar con algunos ciudadanos de esta ciudad, ya candidata oficial a la capitalidad cultural europea en 2016, que podemos. Que cabe la posibilidad de recuperar las posibilidades que tiene por su situación logística, y también por sus polígonos industriales o mantener ese puesto de ser la primera ciudad visitada de Castilla y León. Pero ello requiere innovación y no avanzar por el mismo camino recurrente, que han marcado una línea, como pueden ser los distintos planes estratégicos, pero ahora el avance debería ser exponencial y multiplicador, lo que no está exento de dificultades. Tenemos la excusa -la elección de Capital de la Cultura- y cuenta Burgos con mimbres suficientes para que surtan efecto. Falta capacidad de decisión, imaginación y sobre todo trabajo en común con todos los implicados.

Escuchar al director del Museo de Neanderthal, un alemán alto, rubio y preparado, que un equipamiento que hay en Burgos, como es el Museo de la Evolución, puede liderar un proyecto europeo y mundial, es suficiente. Para eso efectivamente hay que estar convencidos de lo nuestro, del MEH, y del románico de Silos, y del cañón del Ebro, y de los vinos de la Ribera, y de la investigación en la UBU, y de la calidad de las empresas… y sobre todo el valor de sus gentes. Yo me lo creo, y creo que muchos otros también.

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