Cuenta atrás electoral

La reunión que ha mantenido el presidente del Partido Popular en Castilla y León, Juan Vicente Herrera, con cada uno de los responsables provinciales de la formación política; y las peticiones de audiencia entre los propios parlamentarios regionales para ser recibidos por su jefe a lo largo de la semana pasada, sobre todo de la provincia de Burgos, han sido dos hechos que no por habituales pueden pasar desapercibidos. Herrera parece haber marcado ya la línea de salida para las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo y a buen seguro que en pocas semanas conoceremos los números 1 de cada una de las candidaturas de las principales localidades de este territorio.

La configuración de listas, comenzando por el candidato de cada una, es la tarea más compleja para un político con mando en plaza. Son muchos los que desean subirse al carro ganador -y en esta ocasión parece que el PP, según afirman las encuestas, está en la mejor posición- y otros tantos los que aspiran mejorar en su valoración política y ascender. De momento, solo hay un hecho claro en el partido de centro derecha (en la izquierda han aprendido hace tiempo que la ropa sucia se lava en casa, y transcienden cada vez menos informaciones al público), que la lista de Burgos a las Cortes la presidirá Herrera, y conociendo su forma de configurarlas el resto de personas representarán diversas comarcas de la provincia burgalesa; además, como la ley exige paridad, pues entre los ocho primeros habrá cuatro mujeres y cuatro hombres; de estos últimos hay algunos que parecen abonados a la Cámara vallisoletana, así que más cambios podrían encontrarse entre el bando femenino. Veremos, porque siempre Herrera se ha caracterizado por sorprender en algún puesto a los militantes.

Si me dejara el presidente que le hiciera una recomendación, que no creo, incluiría en el puesto 7 de la lista de procuradores a aquel que no queda más remedio -por lo que sea- para que se lo trabaje un poco, se recorra kilómetros y pierda el culo. Y en el 8, que sería un milagro pero que podría llegar a conseguirlo si el panorama para los socialistas sigue tan negro, a alguna joven promesa, para que también se lo curre más que el resto, y tengan su oportunidad, aunque sea tan difícil y milagrosa. Y sobre todo que no se crean tan fácil la victoria como para rifarse los puestos, esos todos los de la lista, porque el suelo electoral tanto del PP como del PSOE suele estar bastante amarrado, presenten a quien presenten, y hasta el propio recuento de las votaciones no habrá nada seguro en cuanto al número de escaños conseguidos.

Pero donde parece que puede estar la batalla es en Miranda y en Aranda. En la primera, Borja Suárez se encuentra en la mejor situación posible para destronar a Fernando Campo. Tampoco lo tendrá fácil, pero será más difícil aún si suenan veleidades posibles sobre su responsabilidad en la Diputación Provincial. La ciudad del Ebro es una plaza difícil para la derecha, pero en la que ya tuvo ocasión de gobernar, y si presenta una alternativa sobre todo fiable podría vencer. Y para mí que en Aranda la derecha es la que pierde, no es la izquierda quien gana. No presentan candidatos coherentes, no realizan campañas honestas, y tienen al partido dividido. En esta ocasión parten de la base de la mala situación económica de España y que los ciudadanos buscarán alternativas, pero en un comicio local el candidato suma votos o los resta. Mucho me temo que para los populares ha ocurrido más esto último que lo primero. Lograr sacar un nuevo número 1 de la chistera no será fácil. Pero igual podrían mirar hacia las Cortes autonómicas en este momento y hacia su representante en las filas populares o buscar un perfil diferente en la propia localidad ribereña, pero como quienes tienen que hacer eso son los mismos que quieren seguir amarrados a la poltrona, el reto me parece complicado.

El tercer punto en conflicto electoral es Burgos. Aparicio debería dejar ya de deshojar la margarita y cortar de raíz todas las conversaciones de café donde le achacan que no se presentará porque no le gusta la Alcaldía. La imagen que denota es nefasta y aunque no le gustara tendría que mostrarse encantado de haberse conocido, porque qué mejor que ser el alcalde de tu ciudad, o al menos de ello deberíamos sentirnos orgullosos todos. Y si lo que pretende -por otra parte razonable- es dejar el puesto tras dos legislaturas, siguiendo la recomendación del que es su amigo Aznar, pues que lo anuncie y lo deje y se busque o le busquen una nueva alternativa laboral, pero el puesto de alcalde, por la propia institución y por respeto a los ciudadanos, debe permanecer inmaculado.

Hablar de la Diputación a estas alturas puede llegar a producir agotamiento. Orden Vigara dejará el mando de la plaza y son muchos los que se postulan para el puesto. A ellos les pediría que hubieran demostrado antes en sus respectivas localidades o en elecciones previas su capacidad de liderazgo, sus ganas de trabajar, su innovación. Entiendo que si las Diputaciones parece que van a pervivir -si por más de uno fuera, desaparecerían- al menos habría que darles un aire nuevo en unos tiempos diferentes y complejos. Si es un mero intermediario de ayudas y subvenciones, que lo haga la Delegación de la Junta. Y el candidato de la Diputación nunca debería estar en las listas de Burgos, Aranda y Miranda, que no están incluidas en los presupuestos provinciales. Gente en la provincia hay y buena, y solo hay que dar un repaso a las páginas de este periódico para mostrar a aquellos ediles que se mueven y a los que no. Y hablando de la Delegación de la Junta, si necesitan buscar, aquí encuentran.

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