De profesión, periodista

Los cientos de trabajadores de Diario de Burgos que han ocupado las sucesivas sedes del periódico a lo largo de sus 120 años de historia a buen seguro que no se sorprendieron cuando vieron que su medio de comunicación se veía amenazado por un pequeño aparato de radio, el transistor, que se generalizaba en todos los hogares, y que además era gratis.  El ‘parte’ se convertía en una cita familiar para escuchar las principales noticias del día. Llegaría luego la televisión, todavía más sofisticada, y hubo que habilitar un espacio en la sala de estar, que volvería a congregar de nuevo a las familias en torno a una pequeña pantalla. El consumo se comenzó a multiplicar desde el primer momento, y fueron millones los televisores vendidos. La información se agigantaba y con ella también los canales, hasta convertirse en la TDT que todos conocemos actualmente.  El acceso a las noticias se generalizaba, y los periodistas de los diarios comenzaron a especializarse cada vez más en los entornos locales, y a acercarse aún más a las necesidades reales de sus conciudadanos, para luchar contra una competencia feroz.

Con Internet las amenazas de peligro contra los periódicos se agigantaron. Muchos intuyeron que llegarían a desaparecer. Pero ha sido la crisis económica la que ha agravado el recorte en las plantillas y un negocio que dada la curiosidad de los humanos difícilmente desaparecerá, pero que habrá que reorientar. En este entorno, los medios de comunicación locales –y más los diarios, porque son los que cuentan con más recursos humanos y financieros- continúan siendo líderes en sus mercados, generadores de información y referencia. La frase “lo dice el Diario”, sigue escuchándose con cierta asiduidad.

Es evidente que el panorama de la comunicación está actualmente dando un giro de 180º con la aparición de nuevas formas de contar historias. Que la vida se comprime hasta los SMS o los 140 caracteres de twitter, y que cualquiera, amparado en el anonimato, puede convertirse en prescriptor de los tiempos modernos. En medio de esta convulsión, son precisamente los periodistas los que tienen que marcar el rumbo. Su profesionalidad, ética y coherencia, y sobre todo amparados con su firma, debe devolver la credibilidad a un sector que todavía necesita mucho trabajo para afianzarse y para defender la dignidad y la capacidad laboral de esta profesión. Da lo mismo el medio, lo importante es el mensaje, y la clave el buen periodismo, éste perdurará siempre.

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