La memoria del cine

No serán pocos los burgaleses que todavía retienen en su memoria los nombres de Avenida, Rex, Consulado, Coliseo Castilla, Cordón… como algunas de las salas de cine que a lo largo del siglo pasado albergaba la capital castellana. Todos ellos han desaparecido para dar paso a dos multisalas, una de ellas también con problemas de supervivencia. Y no será porque a los ciudadanos no les gusten las proyecciones en pantalla grande –la televisión, y las series ahora en auge, no son lo mismo, aunque cuentan con millones de seguidores- sino en muchas ocasiones por el incremento de precios que ha hecho al cinéfilo habitual restringir sus visitas a estos lugares que incluyen palomitas y coca colas como parte de su negocio, necesario, para mantenerse.

Hubo una época de oro en la cinematografía burgalesa –que ahora va a recrear en un libro Juan Carlos Pérez Manrique- y pareciera que en estos momentos estuviera todo en declive, salvo que no sea un espejismo lo ocurrido en  la Fiesta del Cine, donde no solo ciudadanos de Burgos, sino de toda España, hasta más de un millón y medio, consumieron en tres días entradas a 2,90 euros, habiéndose registrado previamente en una web, bien es cierto que con una cartelera con atractivo. Aquí, tanto Van Golem como Box, contemplaron filas que no habían visto en su propia historia, coincidiendo el día de más entradas con un partido de Liga de Campeones del Real Madrid. Y tampoco parece un espejismo cuando 80 millones de espectadores en España acuden anualmente a contemplar una película en las salas, manteniéndose el cine como un referente de ocio. Parece que el objetivo de esta gran Fiesta cinematográfica era recuperar el hábito de ver películas en pantalla grande como lugar natural, pero ahora resta saber las conclusiones que han podido sacar todos los implicados, desde las distribuidoras y exhibidoras, hasta el propio Gobierno con su 21 por ciento de IVA.

Una entrada, aparte de ese IVA, tiene el 55 por ciento para la distribuidora, un 42 por ciento para las salas, y un 3 por ciento para derechos de autor. Si cogemos como ejemplo la entrada de 8 euros, tras aplicarse el IVA, restan 6,61  euros, de los que 3,63 va a productoras y distribuidoras, y 2,27 a los exhibidores, las propias salas, y 0,19 céntimos se distribuyen para las entidades de gestión, vamos la SGAE. Que el precio influye es evidente si nos remontamos a que hace 10 años, con 4,80 euros por entrada fueron 143 millones los espectadores, y el año pasado con 7 euros, 94 millones.

Mientras muchos de los productores, distribuidores y exhibidores buscan en la piratería a los culpables. Y otros como Montxo Armendariz  o Alex de la Iglesia en cambio apelan a la distribución y exhibición para que apuesten por rebajar el precio de las entradas. La pelota está en muchos tejados, también, no me olvidaba, en ese maldito IVA.

 

 

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