Gamonal, la excusa

Cuando llegué a Pamplona en mis años estudiantiles corría la noticia de que en algunos momentos si caminabas por el Casco Viejo y había movida te podía caer una bombona de butano –eso sí vacía- desde un tercer piso, o todo tipo de materiales si en ese momento pasaba por el mismo una ‘lechera’ de los entonces grises . No pude comprobarlo personalmente ya que en principio era lo suficientemente prudente como para no acercarme cuando había lo que entonces se llamaba ‘alteración del orden público’. Sí pude conocer de primera mano el estallido de los ‘cócteles molotovs’ o la primera bomba que pusieron en la Universidad donde estudiaba, que obligó a cerrarla durante unos días. En mi clase de periodismo durante unos cursos no había delegados sino que tomábamos todas las decisiones en asambleas, decisión de los propios alumnos, y hasta discutíamos lo que teníamos que publicar o no en el ‘tablón de libre expresión’ del aula, estábamos hasta en eso muy politizados.

En otra ocasión, en la que formaba parte del servicio de orden de una manifestación multitudinaria en favor de la paz, y después de haber previamente visitado al delegado del Gobierno de entonces, un tipo que quizá les suene, Luis Roldán, quien nos había  asegurado la presencia policial en el recorrido, nuestros compañeros que esperaban en la plaza del Castillo la llegada de la marcha vieron cómo unos cuantos energúmenos rompían todo el servicio de megafonía de la misma  y también algunos brazos de nuestros colegas, mientras la Policía estaba impasible en la Plaza de Toros, a pocos metros. Eso sí cuando llegaron las doscientas personas de ese servicio de orden, los radicales se refugiaron en el Casco Viejo y las fuerzas de seguridad intervinieron impidiendo que entráramos porque queríamos  que la calle era de todos. Lo hicimos, en cambio, el sábado inmediato ubicando unas cuantas mesas para recoger firmas en un barrio que entonces en el argot se consideraba un territorio hostil. Y recogimos muchas firmas y creció nuestra autoestima.

No quisiera comparar lo que está ocurriendo en algunas calles del barrio burgalés de Gamonal con lo ocurrido en una Comunidad Foral de Navarra donde han muerto 40 personas por el terrorismo, y donde las algaradas se multiplicaban un día tras otro. Y salvo que algunos de los participantes en esta ‘kale borroka’ particular vengan desde allí, que todo podría ser, poco hay en común. Pero estamos llegando a una situación por parte de ciertos individuos, probablemente al margen del propio barrio,  donde la democracia les importa un bledo y si no les gusta lo que hacen los demás, lo queman.

Bien es verdad que los políticos se han ganado con sus actuaciones que sean la profesión más denostada de toda la sociedad –los periodistas a veces hemos ostentado ese dudoso honor- pero eso no quiere decir que si un partido cumple su programa en una ciudad donde ha ganado por mayoría no pueda realizarlo porque a unos individuos  –muchos o pocos, para este caso es lo mismo- no les gusta, y menos con violencia.

Tampoco es que el PP haya sido lo suficientemente transparente en su actuación en el barrio desde el principio, pero a los de las capuchas les da lo mismo. Pero me temo que no es esa la situación, sino que de lo que se trata ahora es generar violencia por violencia, y amarrarse a cualquier motivo para la misma, y cabrearse por el mundo incapaces de buscar soluciones. Gamonal es la excusa. Y Burgos ya fue carne de cańón en la primera parte de la batalla de Gamonal, tocaba la segunda con todas las televisiones preparadas. La movilización actual es mucho más sencilla gracias a las Nuevas Tecnologías, y también la manipulación y la mentira.
Respecto a los vecinos del propio barrio si piensan que el dinero que se van a gastar es mucho y es de nuestro bolsillo, pues no voten a este equipo de gobierno dentro de año y medio, ni a ellos, ni a la oposición, ni a ningún partido si no les merecen credibilidad. Monten otro, y quizá yo también les apoye, tampoco me gustan a mí nuestros actuales partidos, pero sí me gusta la democracia y ese es el método, ya sea en la República o en la Monarquía.
Al que esto escribe, como ya lo habrán visto por anteriores artículos, lo que más le preocupa son los casi 5 millones de parados que hay en España, 31.965 de ellos en Burgos, y uno a uno, suman muchos, demasiados.

(Columna publicada en Diario de Burgos el 13 de enero de 2014)

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