Los silencios de Francisco

Durante la semana pasada por tierra, mar y aire bombardearon al Papa por su silencio en Cuba, por no haber citado a los disidentes en su discurso, por no haber acudido a ellos ni pedido la libertad de los mismos. Me quedo con otras frases de Francisco pronunciadas ante miles de cubanos vigilados y algunos detenidos durante los mismos encuentros multitudinarios. «Creo que el mundo está sediento de paz», «debemos hacernos cargo los unos de los otros por amor» o una que se ha quedado grabada en el corazón de muchos isleños: «Quien no vive para servir, no sirve para vivir», ante los máximos dirigentes del régimen castrista.

Es cierto que su petición no fue directa, como en el caso del Congreso de los Estados Unidos, pero para los que puedan interpretar no han quedado dudas. «Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés beneficiar a los ‘míos’ en nombre de los nuestro. Ese servicio siempre deja a los ‘tuyos’ por fuera, generando una dinámica de exclusión. Por eso nunca el servicio es ideológico, yia que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas».

Y hablando del pueblo cubano dijo: «Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza porque su vocación es de grandeza». Para quien quiera entender que entienda. En Washington sí fue, en cambio, directo al grano con los congresistas demócratas y republicanos: «La atención legislativa siempre está basada en la atención al pueblo». «Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad». «Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere». «Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas».

No evitó uno de los asuntos más debatidos en la campaña electoral americana: «Nosotros no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros». «Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y errores del pasado. Debemos eligir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible».

Fue por otra parte lo más reproducido su apelación a luchar por la abolición mundial de la pena de muerte, en un país donde es legal en una treintena de estados: «Cada vida está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito», «La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo». Este es el silencio de Francisco.

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