Despoblación: pasar la pelota

Nuestros próceres nacionales aterrizan en Castilla y León, reconocen que la despoblación es un problema, y se van. Algunos hasta insisten que prácticamente ese es el motivo de la existencia de las Diputaciones, y se van. Hay incluso quienes lo mezclan con la marcha de los jóvenes, que por eso nos vacíamos, y se van. Pero abordar en serio el tema de la despoblación, por mucho que esté incluído en los programas políticos de todos los partidos, o se hayan constituido comisiones año tras año para intentar paliar sus efectos negativos, no lo ha hecho nadie, o bien porque es muy complicado, o probablemente porque no renta votos. Lo más son las normas con las que el delegado de la Junta se está recorriendo toda la provincia para informar sobre el borrador de las unidades básicas de ordenación y servicios del territorio, pero mucho me temo que más que informar, logra indignar, porque no hay manera de aclararse sobre lo que son esas unidades, qué significan para cada localidad, en qué les beneficia y les perjudica, y cuándo se pretende ponerlas en marcha.

Pero si bien no es el principal problema de la región, si es uno de los más importantes, y sobre todo en la provincia de Burgos, la que más pueblos cuenta en toda España, donde cuesta mucho llegar y ofrecer todos los servicios, con una rentabilidad más bien pequeña por la media de edad de los mismos, y sobre todo por la escasísima población de muchos de ellos.

Los primeros que se lo plantearon fueron los curas. No hay tantos para tantas ermitas e iglesias para la Misa dominicial. Y como los fieles veían con malos ojos trasladarse a otra localidad para asistir al oficio, pues al final los sacerdotes celebran varias eucarístias al día, o van turnándose cada fin de semana en unos pueblos diferentes.

Luego fueron los colegios, y se pidió un número mínimo de infantes para mantenerlos. Recuerdo como en Silos obligó a contratar a una familia numerosa para mantener la escuela. Seguimos por los centros de salud, no hay médicos suficientes, y crea recelos entre la población la reducción del número de guardias. De los baches de algunas carreteras, mejor no hablar. Pero nada de ello parece haber frenado ni un ápice que la gente se siga trasladando a la capital, o a poblaciones más grandes del entorno de la comarca. Eso sí, cada cuatro años hay que buscar casi 400 candidatos por formación política a cada municipio, y eso sí que tiene mérito, no el buscarlos, sino que haya personas que asuman el cargo por amor al arte.

Ahora que las Cortes regionales cuentan con representantes de seis partidos políticos, vamos que no faltarán opiniones divergentes, sería bueno que por fin entre todos abordaran el problema. Entiendo lógico que nuestros jóvenes se trasladen a otros lugares a estudiar o trabajar. Pero no lo es tanto la situación de cada uno de nuestros pueblos. Así que toca, una vez más, y van unas cuantas, arremangarse.

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