Dejà vu

No sé si a ustedes les pasa lo mismo, entiendo que sí, porque lo que llevamos viviendo en este último año es una permanente sensación de paramnesia, de una continua sensación de haberlo todo sentido antes, de un Curpillos en El Parral con los candidatos a las elecciones tomando pinchos de una caseta a otra en comitiva de correligionarios; sí es verdad que el año pasado eran elecciones locales y estás generales. De revivir permanentemente a los mismos candidatos. De escuchar las mismas propuestas. No sé cuántas veces ya me han prometido que dentro de no sé en cuánto tiempo la AP1 que circula entre Burgos y Miranda estará libre de peaje, y que la alta velocidad llegará.

Pero el Dejà vu no afecta solo a los mensajes políticos, o a la disputa sobre si habrá o no debates electorales, si cambiaremos la Constitución -de esto visto el consenso que exige y las pocas ganas de renovación parecen haberse olvidado los partidos mayoritarios-, o los pactos que habrá después del 26 de junio, después de unas elecciones que la mayoría dan con similares resultados a las anteriores y nos encontraremos con la idea de que esto ya nos suena: dirigentes políticos que no se ponen de acuerdo, de los que ninguno de ellos tiene la menor intención de dar un paso atrás, mesas de negociaciones extravagantes, acuerdos de 1 folio, confluencias que pretenden lo que el líder les prometió y no llegaron, sumas que no salen, partidos que no se abstienen… y todavía puede ser peor si acabamos en el día de la marmota, porque de momento nadie puede negar que podamos volver a encontrarnos otros seis meses sin llegar a pactos y tener que nuevo que regresar a las urnas. El castigo que podrían infringir entonces los ciudadanos a los candidatos al Congreso y al Senado podría ser incalculable y de ahí que en plena precampaña electoral anden todo prometiendo que esta vez sí, y llegaremos a acuerdos y consensos en menos que canta un gallo.

También esta idea de haberlo vivido todo antes llega al final al desánimo de los españoles, que todavía se encuentran mes tras mes con la losa del paro y de contratos temporales que acaban en despidos. Que es mejor trabajar así que no hacerlo, es un argumento. Pero estamos perdiendo las fuerzas necesarias para alcanzar una España mejor. Todos tirando para diferentes objetivos. Falta de unidad y además de ilusión. Las plazas no están tan llenas como hace unos años y el problema es que el dejà vu que te arrastra te deja de nuevo en la incompetencia y en el pesimismo. Ojalá que este sol primaveral devuelva de nuevo la capacidad de soñar y la esperanza.

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