Árboles

Disfruto con los árboles, sobre todo cuando llega la primavera y echan las primeras flores, pero ni entiendo, soy ‘de piso’ , ni los distingo, salvo a muy pocos, y unos de ellos eran los sauces llorones que habitaban el Paseo de El Espolón a los que conocía precisamente por su inclinación sobre el río. No es que me preocupara mucho, porque creía que sus raíces podían aguantar hasta un terremoto, pero parece que no es así, y más tarde o más temprano caerán también los siguientes para evitar un mal aún mayor.

Los árboles también tienen su vida, y también necesitan numerosos cuidados. Y de vez en cuando ser sustituidos. En la misma cantidad en que fueron suprimidos. Hay árboles, como el madroño madrileño o el carbayón ovetense, que han hecho historia con un pueblo, otros centenarios como los olivos que dan trabajo, muchos que ofrecen sus alimentos. Árboles que están presente en nuestro adiós o en la bienvenida. Algunos han sugerido poemas, como el ciprés de Silos, otros, como el castaño, se extendieron por España durante el Imperio Romano, porque los soldados apreciaban su fruto.

Dicen que hubo un tiempo que una ardilla podía cruzar desde Gibraltar hasta Francia -algunos afirman que incluso más allá- sin tocar el suelo. Nuestra superficie forestal alcanzaba fácilmente el noventa por ciento. Ahora escasamente llega a un 33 por ciento. La capital burgalesa todavía puede estar orgullosa de su zona verde, en esto sí que nos situamos entre los primeros lugares de España, pero no podemos dejarla sin ton ni son. Y algunos parques y jardines bien merecen una mayor atención de algo en que estamos orgullosos todos los vecinos, y que ha sufrido las penalidades de la crisis. Una vuelta por La Isla lo atestigua con facilidad. Ocurre también que cuando se toca un árbol se enciende una luz roja, desde la desaparición de los tilos de la plaza Huerto del Rey lo que motivó si mal no lo recuerdo que un teniente de alcalde enviara a los periodistas burgaleses un pequeño tiesto con unos brotes.

Ahora, otra teniente de alcalde capitalina, responsable entre otros asuntos del medio ambiente, ha decidido coger este toro por los cuernos, precisamente en período preelectoral, y además de intentar ampliar el cinturón verde y quiere solucionar los problemas que se encuentran en su interior, entre ellos chopos viejos y algunos pinos que también se van inclinando con su peligrosidad a cuestas en un paseo el de La Quinta, por el que desfilan miles de burgaleses. Todo venía ya en unos informes técnicos aprobados en 2009 y ratificados en 2014. Casi dos legislaturas y casi han olvidado a los principales vecinos que se encuentran entre nosotros. Me parece un acierto si tiene el aval de los expertos, y ojalá que el camino emprendido se mantenga durante la próxima legislatura.

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