Atención primaria

En un periódico son más o menos habituales las cartas al director con motivo de agradecimiento a los médicos que nos han atendido debido a una enfermedad en un hospital, o a los sanitarios que acompañaron las últimas horas de un familiar querido en ese mismo centro. Sin embargo, no son tantas las misivas que genera la Atención Primaria, quizá porque nuestro paso por la misma es frugal, o por lo contrario, porque hemos tomado como una costumbre ir a visitar a nuestro médico de cabecera; así que aprovecho estás líneas de esta ‘Página par’ para reconocer el trabajo de todos aquellos que se dedican a la Atención Primaria en los diferentes centros de salud de la capital, de lunes a domingo, desde las consultas habituales a las urgencias de fin de semana, desde los facultativos a enfermeras, auxiliares, administrativas, camilleros, conductores, limpiadoras…

Pero, sobre todo, porque la dedicación de doctores y enfermeras a sus pacientes es sosegada y en la inmensa mayoría de los casos amable. Eso es lo que ciertamente valoramos: la atención, y más en los primeros momentos. Muchos les conocen por sus nombres y apenas hay quejas externas, salvo las propiciadas por el sistema, como puede ser la informática o la gestión. Confieso que no es fácil encontrarme para unos análisis una maldita vena, pues ahí las tienes, con paciencia, llegando hasta el infinito y más allá…

Podría asegurar, amigos lectores, que ese es su trabajo, como el de otras profesiones. Pero no todos tratamos con cierta asiduidad con hipocondriacos, con niños que no paran y lloran, con mayores que sufren… o con personas que te cuentan su vida aunque no venga a cuento. Los facultativos de atención primaria han luchado por la cuota de los 10 minutos al menos por enfermo -que se lo pregunten al doctor Jiménez en Los Cubos todas las campañas realizadas- . Las enfermeras han aprendido a manejar con destreza un montón de aparataje y son muchas veces las que mejor velan por la salud de los pacientes crónicos, desde las dosis de insulina, a la tensión o el sintróm con el control periódico para ajustar las tomas,más incluso que sus familiares.

Saben muchos de nuestros secretos, y su deontología les lleva a guardarlos hasta el final de sus vidas, y de las nuestras. Con ellos, la espera, sabiendo que te van a dedicar lo mejor de su tiempo y de sus conocimienots, no se hace larga. Y hasta aunque venga en un cartel la prohibición de los teléfonos móviles, siempre podemos aprovechar para poner al día nuestro whatsapp o nuestro correo electrónico. El siguiente paso podría ser la wifi en los centros de salud o en el hospital, pero este paso, tal y como están las cosas, me parecería ya increíble para quienes lo gestionan.

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