Presupuestos sin líneas rojas

Que en un Ayuntamiento existan cuatro grupos políticos y una concejal no adscrita no significa que no puedan sacarse proyectos adelante en beneficio de la ciudad. El problema, claro, es coincidir en los mismos. Pero siempre hay puntos en común que logren que un municipio tenga inversiones, mire hacia el futuro y mantenga fundamentalmente sus responsabilidades sociales. Y para ello no debe haber líneas rojas.

Es incomprensible, por ejemplo, la posición de Imagina que se niega a aprobar nada en el IMC mientras continúe su concejal responsable, porque el perjudicado precisamente no es el edil, sino las asociaciones que dependen de las cuentas municipales para sacar sus proyectos adelante. Ha estado a punto de ocurrir con el Festival Internacional de Folclore, que suma una gran aceptación vecinal, y podría ocurrir con otras actuaciones que han situado a Burgos como primera ciudad en recepción de turistas en Castilla y León, y también en una capital culturalmente innovadora como con el Festival de Danza Contemporánea.

Nunca me han gustado las líneas rojas. Menos si son una amenaza. Tampoco a nivel nacional. Pero menos a nivel local. Porque son pocas las diferencias que se manejan entre las desiguales formaciones y debería haber consenso en algunos puntos destacados de la ciudad en provecho de todos los ciudadanos y diálogo en otros, que no son dogmas de fe.

Además, por mucho que se empeñe, por ejemplo, el PP en intentar lograr ese consenso nunca en la reciente historia democrática IU ha votado a favor de unos presupuestos de un partido de derechas. Por sistema, por ideología. Y no recuerdo si el PSOE tampoco. Es cierto que Imagina dice que no rige bajo ese concepto de izquierda-derecha, pero la herencia recibida, que la tiene y mucha, sí. El PSOE, en cambio, sí podría alcanzar pactos, pero mucho me temo que esté condicionado por lo que está ocurriendo a nivel del país. Al PP le queda Ciudadanos y la concejal Álvarez de Eulate para sumar una mayoría en el pleno y con quienes mantiene conversaciones. Sin vencedores, ni vencidos, con la voluntad de que los ciudadanos al ejercer su voto lo que han pedido es la anuencia en algunos aspectos, cediendo por todas las partes posibles.

Esta ciudad no debería pararse por algunos asuntos turbios de un edil -que no ha sido el único, y que si algún partido considera que hay delito debería llevarse a los tribunales- o por una pose antisistema o revolucionaria. Que nadie está libre de pecado para tirar la primera piedra. Esta capital necesita crecer, crear empleo -por lo menos mantener el que hay- y ofrecer servicios públicos dignos y con equidad. Y eso también significa lógicamente mirar a algunas propuestas que llegan desde la izquierda. Pero sobre todo buscar el bien común, y en eso deberían estar de acuerdo los 27 concejales que conforman el pleno municipal del Ayuntamiento de Burgos.

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